LOS QUE LA HICIERON:
Dirección: Billy Wilder, (USA), B/N, 106 minutos, 1944.
Reparto: Fredd McMurray, Barbara Stanwick, Edward G. Robinson, Porter Hall, Jean Heather, Tom Powers.
Guión: Raymond Chandler y Billy Wilder, adaptando la novela de George M, Cain.
Música: Miklos Rozsa.
Fotografía: John F. Seitz.
Estudios: Paramount.
LO QUE PASA:
- "¿Como iba a imaginar que el asesinato podía oler a madreselva?...
Siempre que pienso en "Double Indemnity", titulo original del film, me viene esta frase a la cabeza, no lo puedo evitar.
Es lo piensa Walter Neff (Fred Mcmurray), agente de seguros de la compañía Pacific All-Risk Insurance Company, cuando, en la madrugada, desperdicia sangre, recuerdos y amarguras a partes iguales en su despacho, mientras confiesa todo a una vieja grabadora y espera...¿que espera?... Realmente espera que ocurra lo que ocurre, realmente solo quería despedirse de su amigo, confesarle la verdad y decir adios a su único amigo: Barton Keyes (Edward G. Robinson)...que es quien, avisado por el portero del edificio, llama a la policía entregando a su amigo, con el dolor y la desilusión escarificadas en el rostro...
Ya se ha confesado, lo ha grabado todo, ha dejado constancia de los echos que sin duda le llevarán a la cámara de gas, si es que sale con vida de esa noche, de esa noche de confesiones, de últimas demostraciones de virtud, de sangre propia, ensuciando el costado, y ajena...ensuciando las manos, ensuciando el cerebro...destrozado el corazón...
Pero empecemos por el principio: A la vuelta a casa tras un día de trabajo, el agente Walter Neff pasa con el coche por casualidad por delante de una urbanizacion venida a menos, recuerda que en ella vive un cliente que tiene algunos seguros a punto de caducar, decide hacer un alto y visitarle con la intención de lograr una renovación de los mismos y no perder la comisión.
El cliente, El Sr. Dietrichson, no se encuentra en casa, la que si se encuentra es su mujer, Phyllis (Barbara Stanwick), joven, misteriosa y sensual...armada con una pulsera en su tobillo izquierdo que desde el primer momento destroza los nervios y el poder de auto-control del joven e impetuoso agente.
La señora Dietrichson convence a Neff para que haga firmar a su marido un seguro de accidente sin que el lo sepa, tiene miedo de que pueda ocurrirle algo en los pozos petrolíferos en los que trabaja, aunque su propósito es otro, es un propósito mucho menos piadoso, una oculta intención, asesinar a su marido, cobrar el seguro y deshacerse de su ahijada...
Neff se da cuenta enseguida de las intenciones de la turbadora Sra. Dietrichson y rápidamente se niega, pero de vuelta a casa, mientras rememora la madreselva, olor que invade la avenida de la casa de los Dietrichson, - "Como iba a imaginar que el asesinato podía oler a madreselva?...- Walter Neff se sabe perdido, atrapado por esa mujer, sabe que lo hará, sabe que, sin buscarla, ha encontrado su "Perdición".
Tras una viscosa visita nocturna de Phyllis a Walter, rápidamente se ponen de acuerdo, lo mataran entre los dos, y además utilizarán una clausula de doble indemnización, que consiste en cobrar doble si el accidente se produce en un tren, harán que Dietrickson coja un tren, y tenga el accidente allí...
El único problema es el astuto e intuitivo investigador de la compañía: Barton Keyes (Edward G. Robinson), amigo de Neff, al que este da palique, además de encenderle los cigarros con cerillas, pues Keyes acostumbra a no tener fuego.
Aprovechando que el señor Dietrichson, tras un accidente sin importancia tiene que llevar muletas, le consigue su mujer convencer para que vaya a un viaje de negocios en tren, en el trayecto a la estación es asesinado por Neff, y sustituido por este en el tren, donde fingen una caída desde la plataforma del mismo...Todo a salido bien, ahora toca esperar y cobrar el seguro...
Hasta aquí la primera parte del film, en la segunda se relata como se cierra el circulo sobre la pareja, la angustia empieza a hacer mella en los personajes, los enanitos de Keyes (que habitan en su estomago y le advierten a golpe de úlcera que algo no va bien), empiezan a ponerle sobre aviso, lo que hace que fuerce la máquina del instinto y apriete la historia trazada por la pareja...
En la segunda parte, los asesinos empiezan a desmoronarse, empieza a cundir el pánico,
-"El asesinato es un viaje en tranvía, y la última parada es el cementerio, pero este viaje lo haremos juntos..."
Esta frase oscura, seca, amenazadora...premonitoria, sella la declaración de guerra en la pareja, un sálvese quien pueda...
De aquí al final, sudor, tensión y angustia, hasta el desenlace en la madrugada, en la oscura y polvorienta oficina del piso doce donde los cilindros de la gravadora serán los primeros en enterarse de todo de propia voz de Walter Neff.
LO QUE PIENSA ADDISON:
Obra Maestra, redonda y perfecta, hay casi mas que contar de la gestación del film, los problemas de Wilder a la hora de trabajar con Chandler, (un milagro de la espontaneidad que saliese algo así de aquella relación personal y profesional), los dimes y diretes para la elección de la pareja protagonista.
McMurray fue elegido tras varias negativas de George Rafft o Gregory Peck entre otros.
Tubo que ser el propio Wilder, quien tras una angustiosa charla, consiguió convencer a la Stanwick de la conveniencia para ella, como actriz, de meterse en la piel, bajo la peluca rubio platino, y dentro de la pulsera del tobillo de la Sra. Pyllis Dietrichson, pues era reacia al papel al pensar que era una mujer demasiado cruel, fria y envaucadora, y todo esto no podía suponer una buena imagen pública para la estrella que indiscutíblemente era la gran Stanwick, se equivocaba, desde este rol, Barbara Stanwick supero la barrera que separa a la estrella, eterna y brillante en el papel cuché, a la actriz respetada y saludada como artista.
Partiendo de un guión de hierro, indestructible, y una fotografía siempre idónea, claroscuros de autentico brillo narrativo en la casa de los Dietrichson, polvo y negrura, pesimismo y malos presagios en el aire encerrados en el pequeño apartamento de Neff, noches oscuras, días no demasiado claros para ser California, interiores iluminados de forma perfecta...una labor fotográfica importantísima a cargo de John F. Seitz.
Magníficos los actores, McMurray en el rol de su vida, mejor en los momentos claros que en los oscuros, pero lineal y compensado, sensacional la Stanwick, presentado a una mujer lasciva, traidora y sin escrúpulos, sensual hasta el punto justo, nunca fulana, pero si fatal, dispuesta a todo, ambiciosa y letal, enorme interpretación de una de las mas grandes del Hollywook clásico.
Y Edward G. Robinson, un hombre a un cigarro pegado, hablando de sus enanitos, sudando entusiasmo por su trabajo, mostrando ternura únicamente por Neff, y disfrazándola de respeto profesional... un hombre solo, triste y con pasado que se parapeta en su trabajo y sus cigarros para no pensar en su vida triste, que a partir del The End del film lo sera mas aún...
Una serie de secundarios que completan elenco y rellenan la trama con mas que corrección firman un reparto que brilla con luz propia contribuyendo a que "Perdición" sea la obra maestra que es.
Y Wilder, dirigiendo como los dioses, con pulso dramático, sabiendo cuando ser ligero y cuando pesado, adaptando el objetivo a la realidad psicológica de cada personaje en cada momento, sin pretender que seamos conscientes de la existencia de una cámara, que el publico solo "vea" la historia, manteniendo la tensión gracias a una labor de montaje perfecta, y a una dirección actoral de órdago, como corresponde a una leyenda, un trabajo maestro, justo y equilibrado.
Si el arroz es bueno, el pollo de corral y el marisco gallego...y encima la paella tiene el poso de la experiencia de haber albergado mil y un raciones y el cocinero es un avezado y amoroso creador de sabores, la paella sale cojonuda, no lo duden...Eso ocurre con esta maravilla del cine negro que en 1944 barrió en taquillas y opiniones críticas en medios escritos y oídos, y que se tituló "Perdición, (Double Indemnity)".
El mejor Wilder, sin duda, que pone en escena con perfección los monstruos que llevamos dentro y los desastres que pueden llegar a causar. Me ha encantado la descripción que haces del personaje de la Stanwick, por cierto.
ResponderEliminarUna cosa: el nombre del autor de la novela original es James, no George, se te ha debido escapar.
Un abrazo, Addison.
Entrada perfecta para un film más grande que la vida. Por cierto, los sentimientos de Keyes por Neff no van más allá de la amistad?
ResponderEliminarUn abrazo.
Gonzalo: Que pasa compañero, el Wilder "serio" siempre me intereso mas que el comico, y eso que el comico es monstruoso, pero la epoca negra, con esta, Dias sin huella y El Crepusculo de los Dioses, me parece sobrehumana.
ResponderEliminarRectifico lo del nombre, estoy pallá.
Un abrazo.
Coop: Hola Agente, esta pelicula es la bomba, me encanta Wilder y tiene un ramillete de obras maestras majo, majo...pero creo que esta es su película que a mi mas me gusta.
Francamente, nunca había reparado en ese tipo de relación entre ellos...interesante.
Abrazo.
Creo recordar que es una película que nunca he llegado a ver entera, pero intentaré remediarlo pronto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Palabras mayores. Ahora me han entrado ganitas de volverla a ver después de tanto tiempo. Abrazo.
ResponderEliminarUna de esas películas perfectas en todos los sentidos: reparto, guión, diálogos, ritmo, dirección... Es una película con la que he cerrado bocas a quienes dicen que el cine clásico no es interesante. Un film que cada vez que veo cambio de idea sobre mis momentos favoritos. Uno de los míos ahora es cuando la voz en off de Neff dice "No podía oír mis propios pasos, los pasos de un hombre muerto". La escena final de Keyes y Neff, conmovedora. La forma que tiene Keyes de despachar al tipo que quemó su propio camión, la perturbadora expresión de Phillys cuando Neff acaba con su marido,...
ResponderEliminarEs que creo que cualquier escena es digna de elogio.
Saludos.
Soberbia entrada Addison. Y coincido del todo en preferir, a pesar de todas las maestranzas futuras por llegar, este Wilder negroide al posterior. Son los 40, la década por excelencia del noir yanqui (otro tema es que un altísimo porcentaje de ello sea facturado por maestros exiliados europeos) y el gran Wilder entre esa y parte de la siguiente década se despachaba esta que hoy nos traes, crepúsculos, días o/y carnavales y se quedaba tan ancho... y aún hay quien asegura gustarle el cine y le relaciona exclusivamente con la comedia (por tremendas que sean faldas, apartamentos y demas)... a la cárcel !... Atención con "Perdición" y ese disminuir la luz en las escenas a medida que transcurre el film, por el amor de dios y el demonio juntos !
ResponderEliminarAbrazo guzzero.
Savoy: Solucionalo tio, solucionalo ¡Ya!!!, no te arrepentirás.
ResponderEliminarAbrazo.
Johnny: Yo creo que es junto a El Padrino I yII, Casablanca, El Bazar de las Sorpresas y Laura las pelis que mas veces he visto, siempre apetece y si no es así, te la pones que en 5' ya te ha pillado.
Abrazo.
Gonzalo: Como dices cualquier escena es la pera, a mi como frase me encanta la que comento y como escena me encanta el momento que no arranca el coche...¿porque quieres que les arranque el coche a esos dos cabrones?.
Impresionante peliculón.
Saludos afectuosos.
Guzz: Wilder es grande entre los mas grandes, todos de acuerdo pero el Wilder noir, claro que para un fanático del negro como yo...
Es que no se habla mucho de la fotografía en esta peli, y los films cuarenteros de Wilder la fotografía es básica, como buen europeo...
Un abrazo Guzz.
El tema del vehículo que no arrancaba, por lo que dicen, no fue planeado, es que no arrancó de verdad durante esa toma, y les quedó genial, la verdad.
ResponderEliminarSaludos.
Gonzalo: Algo de eso he oído si, la verdad es que si fue así quedo genial y si estaba escrito en guión, pues también...
ResponderEliminarSaludos.