Con 64 años, muy bien llevados, a sus espaldas y con 40 de carrera en las piernas, Elliot Murphy puede decir que tiene y debe tener, la satisfacción que da saber que el trabajo esta hecho, y es mas, esta bien hecho.
Y es que no todo el que se mueve por este negocio puede presumir de llevar tantos años manteniendo una trayectoria que si bien, como es lógico, ha tenido sus altibajos, nunca se ha detenido ni ha quedado atorada en el fango, y siempre ha terminado saliendo airosa, culminando alguna mala temporada con la rubrica de un buen disco que ha devuelto las aguas a su cauce.
Elliot además ha hecho sus pinitos como actor, y también como literato, hombre inteligente y culto, el rock and Roll ha sido, como el ha dicho en mas de una ocasión, una adicción, pero una adicción tratada con respeto y cariño, manteniéndose siempre en las primeras filas de esa segunda linea de artistas que han observado a los grandes desde la barrera, y que solo en contadas ocasiones han saltado al ruedo para hacer alguna demostración como espontáneos, o incluso invitados por el primera espada ha participar de tal o cual faena como subalterno, pero volviendo siempre a su cómoda localidad de barrera, hábitat natural de mucho artista talentoso y brillante que ha decidido hacer sus paseillos en las plazas de pueblo, mucho mas modestas y cálidas, y ante novillos en lugar de toros, pero destilando una elegancia y saber hacer que no siempre se ve en las grandes plazas de primera ni ante poderosos Victorinos.
Este tipo de artista es Elliot Murphy, artista de natural talento y afable carácter que en los cosos mas pequeños, con el calor del aliento del publico calentándole las manos, es donde se ha sentido mas torero que otros con los focos encima de ellos, pero con el publico, lejos, muy lejos.
Y esta calma se siente en el pulso de los temas que jalonan su último disco, un disco en el que su hijo Gaspard, (tan solo 22 años y un fenomenal trabajo) vuelve a encargarse de la producción, y para el que ha ayudado al progenitor a bajar del desván la stratocaster, quitarle alguna telaraña, ponerle cuerdas nuevas, afinarla y darle una capa de electricidad a los temas que para este elepé el bueno de Elliot ha parido en una suerte de alumbramiento sereno y silencioso, calmado y amable, con la tranquilidad que da el saber que el trabajo esta hecho...Esta bien hecho, y la fantástica labor de Gaspard de echo, así lo atestigua.
Y es que el disco exhala calma, tranquilidad y generosas dosis de elegancia melódica, virtudes que si bien son típicas en el neoyorquino afincado en Paris, lo cierto es que aquí suenan mas luminosas, debido a la electricidad que es la principal novedad del disco y de la llegada a los controles de Gaspard.
Padre e hijo caminan, acompañados del inefable, (por muchos años espero) Olivier Durand y el resto de los The Normadny All-Stars, caminan digo, marcando el paso, un paso firme, acompasado y que denota un apacible paseo por el sendero del rock clásico, de textos literatos, de sonidos de plástica magia sónica, de melodías de firme construcción, todo dentro de la sencillez, la economía de medios y los principios básicos que han sido el leit motive de la carrera de este gran songwritter que es Elliot Murphy.
Un ramillete de once temas alimentan esta última entrega del neoyorquino y que se mueven desde el country-folk de bella traza melódica y vivo ritmo de "Worried Man Blues", que cabalga al abrigo de las acústicas de Elliot y su fiel escudero Olivier Durand, pasando por la fina y edulcorada guitarra eléctrica que da entrada a la melodía ágil, vivaracha y segura de si misma de la fluida y pegadiza "Angeline".
Un comienzo mas country, tenso y estirado en la acústica que enseguida vira a un ritmo pausado de ortodoxa oferta sónica desembocando en un bonito y lírico estribillo en la amable y agradecida "Little Big Man", "Murphyland" es una mirada a sus últimos trabajos, aquí al hijo, aunque aventajado le toca obedecer al padre, y son las acústicas las que apuntalan este fabuloso y animoso rock, con aporte eléctrico en la parte instrumental, otro agradable y plácido tema.
Vuelta a las bellas lineas melódicas, a la calma y afabilidad canora por parte de ese hombre tranquilo, que canta con los nervios tranquilos, confiriendo a su voz el tono de la tranquila madurez y feliz desarrollo del próximo sprint final que da el trabajo bien hecho, todo esto destila la preciosa "The You Start Crying", y algo parecido, pero mas campero, mas crepuscular y country en la árida y cálida "I Am Empty", que según va creciendo va subiendo en intensidad eléctrica para terminar con un tranquilo pero descarado punteo guitarrero, un gran corte.
"He's Gone" es un tema que huye de pretensiones y tensiones para relatar su historia dentro de parámetros de ortodoxia sonora y belleza melódica, un corte típico, hermoso y fluido, "Day for Night" es un nervioso tema de texturas rockeras y vivo palpitar rítmico, con enérgica puesta en escena sonora, un disfrutable y activo corte.
Placidez, paseos, flores en primavera...Nuevamente la amable contribución a la música de un hombre tranquilo, sereno y feliz, que incluso nos regala retazos soul en este afable corte que se titula "Little Bit More" y que suda paz.
Aires sureños, evocativas sonoridades countrys y coros de calmada sonoridad adornan la fabulosa y nuevamente tranquila y apacible "Eternal Highway".
Y nos vamos con "Even Seven", las primeras notas de piano del disco abren la propuesta de este tema, oscuro, como fuera de contexto, mas agresivo, a pesar de su lento caminar melódico y su apacible desgranamiento vocal por parte de Murphy.
Fantástico disco, similar a sus trabajos mas acústicos de los últimos (varios) años, pero con un trabajo fino, sutil y elegante en las cuerdas eléctricas de la fender stratocaster de Elliot, que Gaspard sabe controlar para que en ningún momento creamos estar ante otra cosa que no sea un disco de Elliot Murphy, quien nos ofrece once temas amables y afectuosos, cálidos y hospitalarios, un disco que se escucha con calma, sin grandes subidones, con los ojos entornados y recibiendo paz, la paz que exhala un hombre que esta haciendo música con los amigos y con su hijo, con una vida plena, mil motivos de orgullo y mas aún de satisfacción...La satisfacción del trabajo bien hecho.
Y es que no todo el que se mueve por este negocio puede presumir de llevar tantos años manteniendo una trayectoria que si bien, como es lógico, ha tenido sus altibajos, nunca se ha detenido ni ha quedado atorada en el fango, y siempre ha terminado saliendo airosa, culminando alguna mala temporada con la rubrica de un buen disco que ha devuelto las aguas a su cauce.
Elliot además ha hecho sus pinitos como actor, y también como literato, hombre inteligente y culto, el rock and Roll ha sido, como el ha dicho en mas de una ocasión, una adicción, pero una adicción tratada con respeto y cariño, manteniéndose siempre en las primeras filas de esa segunda linea de artistas que han observado a los grandes desde la barrera, y que solo en contadas ocasiones han saltado al ruedo para hacer alguna demostración como espontáneos, o incluso invitados por el primera espada ha participar de tal o cual faena como subalterno, pero volviendo siempre a su cómoda localidad de barrera, hábitat natural de mucho artista talentoso y brillante que ha decidido hacer sus paseillos en las plazas de pueblo, mucho mas modestas y cálidas, y ante novillos en lugar de toros, pero destilando una elegancia y saber hacer que no siempre se ve en las grandes plazas de primera ni ante poderosos Victorinos.
Este tipo de artista es Elliot Murphy, artista de natural talento y afable carácter que en los cosos mas pequeños, con el calor del aliento del publico calentándole las manos, es donde se ha sentido mas torero que otros con los focos encima de ellos, pero con el publico, lejos, muy lejos.
Gaspard Murphy |
Y esta calma se siente en el pulso de los temas que jalonan su último disco, un disco en el que su hijo Gaspard, (tan solo 22 años y un fenomenal trabajo) vuelve a encargarse de la producción, y para el que ha ayudado al progenitor a bajar del desván la stratocaster, quitarle alguna telaraña, ponerle cuerdas nuevas, afinarla y darle una capa de electricidad a los temas que para este elepé el bueno de Elliot ha parido en una suerte de alumbramiento sereno y silencioso, calmado y amable, con la tranquilidad que da el saber que el trabajo esta hecho...Esta bien hecho, y la fantástica labor de Gaspard de echo, así lo atestigua.
Y es que el disco exhala calma, tranquilidad y generosas dosis de elegancia melódica, virtudes que si bien son típicas en el neoyorquino afincado en Paris, lo cierto es que aquí suenan mas luminosas, debido a la electricidad que es la principal novedad del disco y de la llegada a los controles de Gaspard.
Padre e hijo caminan, acompañados del inefable, (por muchos años espero) Olivier Durand y el resto de los The Normadny All-Stars, caminan digo, marcando el paso, un paso firme, acompasado y que denota un apacible paseo por el sendero del rock clásico, de textos literatos, de sonidos de plástica magia sónica, de melodías de firme construcción, todo dentro de la sencillez, la economía de medios y los principios básicos que han sido el leit motive de la carrera de este gran songwritter que es Elliot Murphy.
Un ramillete de once temas alimentan esta última entrega del neoyorquino y que se mueven desde el country-folk de bella traza melódica y vivo ritmo de "Worried Man Blues", que cabalga al abrigo de las acústicas de Elliot y su fiel escudero Olivier Durand, pasando por la fina y edulcorada guitarra eléctrica que da entrada a la melodía ágil, vivaracha y segura de si misma de la fluida y pegadiza "Angeline".
Un comienzo mas country, tenso y estirado en la acústica que enseguida vira a un ritmo pausado de ortodoxa oferta sónica desembocando en un bonito y lírico estribillo en la amable y agradecida "Little Big Man", "Murphyland" es una mirada a sus últimos trabajos, aquí al hijo, aunque aventajado le toca obedecer al padre, y son las acústicas las que apuntalan este fabuloso y animoso rock, con aporte eléctrico en la parte instrumental, otro agradable y plácido tema.
Vuelta a las bellas lineas melódicas, a la calma y afabilidad canora por parte de ese hombre tranquilo, que canta con los nervios tranquilos, confiriendo a su voz el tono de la tranquila madurez y feliz desarrollo del próximo sprint final que da el trabajo bien hecho, todo esto destila la preciosa "The You Start Crying", y algo parecido, pero mas campero, mas crepuscular y country en la árida y cálida "I Am Empty", que según va creciendo va subiendo en intensidad eléctrica para terminar con un tranquilo pero descarado punteo guitarrero, un gran corte.
"He's Gone" es un tema que huye de pretensiones y tensiones para relatar su historia dentro de parámetros de ortodoxia sonora y belleza melódica, un corte típico, hermoso y fluido, "Day for Night" es un nervioso tema de texturas rockeras y vivo palpitar rítmico, con enérgica puesta en escena sonora, un disfrutable y activo corte.
Placidez, paseos, flores en primavera...Nuevamente la amable contribución a la música de un hombre tranquilo, sereno y feliz, que incluso nos regala retazos soul en este afable corte que se titula "Little Bit More" y que suda paz.
Aires sureños, evocativas sonoridades countrys y coros de calmada sonoridad adornan la fabulosa y nuevamente tranquila y apacible "Eternal Highway".
Y nos vamos con "Even Seven", las primeras notas de piano del disco abren la propuesta de este tema, oscuro, como fuera de contexto, mas agresivo, a pesar de su lento caminar melódico y su apacible desgranamiento vocal por parte de Murphy.
Fantástico disco, similar a sus trabajos mas acústicos de los últimos (varios) años, pero con un trabajo fino, sutil y elegante en las cuerdas eléctricas de la fender stratocaster de Elliot, que Gaspard sabe controlar para que en ningún momento creamos estar ante otra cosa que no sea un disco de Elliot Murphy, quien nos ofrece once temas amables y afectuosos, cálidos y hospitalarios, un disco que se escucha con calma, sin grandes subidones, con los ojos entornados y recibiendo paz, la paz que exhala un hombre que esta haciendo música con los amigos y con su hijo, con una vida plena, mil motivos de orgullo y mas aún de satisfacción...La satisfacción del trabajo bien hecho.
Hola Addison, cuánto tiempo! Todo bien? Leí en un post anterior que la cosa iba mejor :) Vi a Elliott el sábado por la noche en un concierto que dieron por las fiestas de Barcelona. 64 y tan bien llevados, es un chavalín! jajaj. Hasta nos cantó el Let's twist
ResponderEliminarbesos!
No controlo mucho la carrera de este hombre, es más debería de profundizar un poquito más en su obra.
ResponderEliminarEn directo lo vi sólo una vez y me encanto.
A ver si me pongo al día con tantas novedades que no me entero de nada, ja,ja.
Saludos.
Anna K: ¡Que alegría verte por aquí otra vez!!!
ResponderEliminarElliott en vivo es la pera, si vuelve no te lo pierdas nunca decepciona.
Besos y bienvenida.
Rockland: Tiene un buen ramillete de discos, en especial los tres primeros son muy buenos, te dejo enlace a su página, y si necesitas info adicional no dudes en decirme...
Saludos
http://www.elliottmurphy.com/