¿Donde estaba metido, maestro? - "Bohemio", (2013) - Andrés Calamaro... Una travesia en el tiempo y la memoria.
Los años, esos cabrones que no perdonan ni a ricos ni a pobres, ni a buenos ni a malos, ni a justos ni a desleales...esos, los que cuando aparecen se empeñan, caiga quien caiga, en recordarte lo que has sido y lo que eres después de ser lo que fuiste, que se empeñan en hacerte mirar a aquello de lo que un día estabas seguro y que con el paso del tiempo has ido obviando, has ido entregando a ese otro cabrón que es el olvido, mas concentrado en otras premisas menos sinceras pero mas onerosas, mas tranquilizadoras para esa conciencia conservadora que poco a poco va expulsando, billete de mil duros en ristre, a todos y cada uno de los sueños que antaño alimentaron tu alma, daban sentido a tu madurar, daban luz a las horas nocturnas de oscuro esperar a que sucediese algo...
También a veces te hacen un bien incalculable, los años digo, hacen bien cuando te hacen volver a vivir, aunque sea en febriles momentos de exaltación sentimental, momentos que pensabas que nunca volverían y que en cambio, vuelven, de forma indirecta, pagando el peaje del recuerdo, probablemente deformado este por su prima la memoria, pero reviviendo algo que en su momento fue hermoso, curativo para el espíritu, sanador para el alma, algo que siempre merece la pena revivir, aunque sea de forma mas fría y distante.
El otro día el tiempo tubo el detalle de hacerme el favor de transportarme a unos años que ahora recuerdo felices, que algo me dice que no lo fueron tanto, pero los recuerdo felices, intensos, años en los que los huesos eran fuertes para soportar el peso del mundo sobre las lumbares, los músculos, duro cuero, (como el de las txupas que escupen nuestra disfrazada actitud rockera), cuero que se enfrenta desnudo y valeroso, invencible a las tormentas sin achicarse, resistiendo de pie, dando cobertura al cuerpo para aguantar los achaques del temporal, con la mirada altiva. La sangre, mas que gasolina de 98 era keroseno, inflamable a la visión esteticoerotica, inflamable ante la contemplación de una justicia violada, de una idea lapidada, de una amistad sufriente, de una mujer alejándose tras los últimos quejidos de dolor, tras los últimos escupitajos de rencor, las últimas salivadas manchadas de sangrientos y pútridos reproches...esa sangre joven, que si mucho arde, mucho se consume...
Y según se consume, se va sustituyendo, pero ese keroseno inflamable que multiplicaba en su explosiva pira los grados centígrados del corazón, se ve reemplazado por gasóleo, mas ligero, mas dosificador de consumo energético, pero también mas beligerante con las exaltaciones vitales, mas ergonómico con las reacciones emocionales, mas especulador con las reflexiones hasta entonces irreflexivas...
Y en esas estamos, viviendo bajo un manto de reflexión, reflexión ante todo, ante cualquier cosa que consideremos amenazante, ante cualquier sombra que nos haga temer por un robo a nuestro patrimonio, nuestro patrimonio económico, nuestro patrimonio intelectual, nuestro patrimonio...¡Que coño, nuestras reservas de seguridad, de falsa, sucia y manipulada seguridad!
Aquellos años en los que el futuro era esperanza y no una amenaza, en los que el amor era disfrutar de la persona amada y no un resistir ante la presión de las fuerzas encontradas del día a día, intentando que cada jornada sea un triunfo de tranquilidad, respeto y comprensión, ya no hace falta la pasión ni el veneno...
Aquellos años que venían envueltos en su banda sonora...viejos temas que algunos siguen instalados en tu corazón y tus tímpanos, otros en cambio los escuchas un día en uno de los muchos blogs que mis geniales compañeros dirigen y te quedas mirando a la pantalla pensando...-¡Joder!... cuantos años sin escuchar este tema, como eramos entonces, cuantos sueños, cuantos anhelos, y hoy...
El tiempo y uno de esos blogs me retrayeron a los mediados noventa, en esos años de los que os hablo, cuando la sangre empezaba a escasear y mi economía cada vez mas bollante y también mas miserable, mas especulativa empezaba a meter en la bomba de mi corazón Diesel, mas barato, mas reflexivo...
En resumen, el mencionado blog hablaba de la vuelta de Calamaro...¡como amaba a Calamaro en aquellos tiempos!, cuantas veces me emocioné con alguno de los temas escondidos en los discos de Rodriguez, no con los grandes éxitos, con temas menos conocidos pero mas sangrantes, mas intensos, mas concentrados, porque la música de Andrés esta concentrada, tiene todo el zumo dentro de la peladura, aspera, ruda, fría, insípida, pero de fácil vencer, y allí, en la pulpa nos encontramos el néctar, el jarabe concentrado de mil desordenadas y mezcladas emociones, el elixir de una pasión sucia, contaminada pero sincera, allí, tras la arrugada piel se encuentra la esencia de la grandeza del entonces mas grande songwritter del mundo, de mi idolatrado Andres Calamaro.
Sus primeros discos en solitario eran sorprendentes, sublimes, personales, valientes, desafiantes, rellenos de suciedad sónica, de violencia intelectual, de erosión sentimental, de plañidera actitud remembrante, llenos de rock, de blues, de Dylan de Gardel...de duende.
Pero llego el siglo XXI, el efecto 2000, el boom inmoviliario, los treintaintantos, el coche nuevo y la segunda residencia...llegó la traición, la traición a todo...una traición indefensa, nunca malintencionada, una traición que llego como un forastero, curioso por la vetusta belleza de un pueblo diminuto y que sin saber como se queda, para siempre, como invitado de lujo, paseando su poder por la plaza del pueblo con su última chaqueta de corte, comprada eso si, en las rebajas, en la capital...Y ese eres tu, el que pasea por la plaza del pueblo pensando que se encuentra en los jardines con que soñaba, asido del brazo de ese curioso forastero y no de aquella Peggy Sue que nos haría no pasar una noche sin hacer carburar al corazón y a los sentidos a golpe de sincopado y ardoroso sexo, con esa chaqueta de corte, azul marino, como marcan los cánones, que en plenas rebajas arrebataste a un ciudadano mas débil, física y económicamente, esa chaqueta y no aquella chupa, negra, arrugada, portadora de mil moratones resultantes de otros tantos tropezones con esquinas de desenfreno, de codos de sudorosos colegas viviendo rock en un pub oscuro y humeante a las tantas de la noche cuando la visión nítida empieza a ser molesta.
Ese eres tu, alguien que realmente no conoces, alguien a quien el destino quiso distinto y que en cambio el futuro ve como una víctima porpiciatoria, ese eres tu, alguien que no se emociona con los temas noventeros de Calamaro hace años, demasiados años.
Cierto que sospecho, que Calamaro también ha pasado su travesía por el desierto durante este principio de siglo, sus discos han ido perdiendo su jugo, su néctar, su zumo, su jarabe...frutos secos, con una piel mas lustrosa pero un corazón mas insípido, sin agua, sin dulzor...Supongo que en su caso, el Diesel también ha ido reemplazando al keroseno...
Pero estamos en 2013, y muchas cosas, en parte por la crisis que nos ha devuelto parte de la realidad de nuestro ser, muchas cosas digo, vuelven a tener sentido, hacía años que no lo tenían, pero ahora decimos, ¿porque no?, si lo creía entonces porque ahora no, y empiezas a escribir en un blog, y te vas un fin de semana a un pueblo clavado en la tierra vieja y harta de ver de castilla, con un montón de gente a la que no conoces pero que sientes dentro, y descubres que el ser humano, cuando es libre, es maravilloso, y sientes que, a pesar de la crisis vuelves a adquirir keroseno, mas caro, pero con mas rendimiento en lo importante, el espíritu, la verdad de ti mismo, allí es donde arde este combustible, donde crea su energía.
Y con el 2013 llega el nuevo disco de Andres Calamaro y te das cuenta de que a Andrelo le ha debido ocurrir algo parecido a lo que te ha ocurrido a ti, pues descubres otra vez que la piel de las composiciones vuelve a ser dura, fría y aspera, pero una vez vencida su escurridiza pero tenue resistencia, dentro vuelven los dulces efluvios del sabor concentrado, de las emociones, hoy mas ordenadas, del caos, ahora mas relajado, de la verdad, del rock, del blues, de Dylan, de Gardel...del duende, ¿Donde estaba metido maestro?...¿Donde estabas metido Jorge?.
El último disco de Andres Calamaro es una colección de canciones sinceras, reales y personales, osadas y con la sombra de aquel Calamaro que era capaz de concentrar en una frase la belleza de toda una existencia en dos notas sueltas y convulsas, en una estrofa toda la desesperada bilis de realidad y sufrimiento en cinco palabras escogidas con crueldad y mimo.
"Bohemio", que asi se titula esta vuelta al sendero, nos trae al Calamaro de los noventa, o al menos, a parte de el, y escuchandole me da la sensación de que yo también recupero algo, solo algo, de lo que fui en los noventa.
Dar una oportunidad a los años, que también saben hacer bien y no os perdáis el ultimo de Andres Calamaro.
Volver a intentarlo...
Saludos a todos.
Como todos los jueves esta entrada ha sido publicada el miercoles en Zeppelin Rock Sabbath, si la queréis visitar solo tenéis que pinchar aqui y de paso, como os digo siempre, os dáis una vuelta por ZRS, que merece la pena.
Saludos.
Pues si, ha vuelto el gran Calamaro, es un disco muy bueno, me está gustando.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, todo lo que dices es cierto, aunque yo cuando empecé a oirlo, hacia finales de los 90 ya estaba malito. Ahora se abre la diatriba de un demente, soportaría una vuelta a los ruedos?? Discos como este son revulsivos, ero hay que ajustar su contenido a cada uno. Desde luego ya lo paso condenadamente mal aquí encerrado, por qué no pasarlo condenadamente mal ahí fuera, total. Pero el exterior impone, vaya que si. Un saludo, Jorge!
ResponderEliminarSavoy: Este disco es bastante mejor que lo que venía facturando ultimamente, esta claro.
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde.
ned henry: Agarrarse a algo que pueda resultar un revulsivo puede servir como piedra de toque de esperanza, agarremonos a ello, el último de Calamaro, pues adelante...
Abrazo.
A Calamaro lo abandoné cuando él me abandonó a mí, con esas canciones sin vida ni nada.
ResponderEliminarIgual te hago caso y le abro la puerta otra vez, pero no creas que le tengo ganas.
Saludos