¿Quién no ha disfrutado de una de esas verbenas típicas de las fiestas de pueblo en una calurosa noche veraniega?. Una de esas verbenas en las que el olor de las sardinas que aún se están asando en la tasca mas cercana al escenario se mezcla con el aroma a jachis que despide el enésimo canuto que va rulando de mano en mano, a escondidas, cuidando de que no se delate el vicio adolescente y el rumor generado llegue a oídos de unos padres que seguro que no andan demasiado lejos, riendo con los viejos amigos, encaramados a una jarra de barro rebosante de fría y descolorida cerveza con gaseosa, esperando a que la verbena empiece con los pasodobles, una vez que los jóvenes dejen la pista de hierba libre tras su peregrinación a la discoteca del pueblo.
Aquellas verbenas, con sus miradas de soslayo al grupo de las chicas, donde alguna, la mas osada, las devuelve gracias al atrevido impulso etílico del cachi de kalimotxo, emplazando a algún afortunado galán, con los ojos brillantes y afilados, a un encuentro menos expuesto en cualquier sombra polvorienta o bajo el neón del pub nuevo, cuando la madrugada haya terminado de matar todos los complejos, miedos y frenos adolescentes.
Calor, sudor, humo, polvo, risas nerviosas que se van tranquilizando según avanza la noche, y la orquesta...esa orquesta de nombre castellano, o manchego o maño...español..."Sol y Sombra", "Fantasías" o algo parecido, con sus ropas de uniforme de rastriillo, llenas de color y con una elegancia alegre y ridícula, risueña y desteñida...el sonido tembloroso de un equipo de segunda mano curtido y herido tras mil contiendas sucedidas en otros tantos campos de batalla rustico-festivos, en innumerables noches de agosto que no siempre tuvieron un final feliz y que en ocasiones terminaron con algún bafle herido en la pelea y que se ve condenado a arrastrar sus cicatrices hasta que la muerte le sobrevenga.
Esas orquestas iban desgranando los éxitos del momento, con un sonido entre metálico y sombrío, en ocasiones similar a la música que escupían los desgastados altavoces de la tombola, con una torpe exactitud en las notas, con una imperfecta pero animosa y llena de ilusión entrega a unos instrumentos que acusan su falta de salud cada noche, pero que aguantan estoicos las acometidas de unos dedos acostumbrados a la rutina, de unas bocas que soplan aire desprovisto de inspiración y sobrantes de tabaco a sus desgastadas trompetas y saxos, pero que siguen cumpliendo con los rocks de Miguel Ríos, los pops de Mecano, los clásicos de Sabina y los tangos, pasodobles y boleros de toda la vida, expresados por la ronca voz de un cantante demasiado cansado tras montar el escenario bajo el sol abrasador de la tarde, acusándolo ahora, a la noche, aún sin cenar, un aliento sofocado que no tiene respiro día tras día; pueblo tras pueblo.
Pero, ¿Quién no ha disfrutado con los temas que allí se interpretan?, ¿Quién no ha bailado con los amigos el "Help, Ayudame", o uno de los típicos pops disfrazados de rock del Dúo Dinámico, o la canción del verano de aquel año?..
¿Quién no ha disfrutado como un enano con todos los éxitos y clásicos del cotillón de nuestros padres que torpe pero desbordantes de entusiasmo interpretaban aquellas semi-amateurs formaciones en aquellos pueblos???
Se podría decir que lo que en el Olympia parisino ocurrió aquella noche, no precisamente veraniega, de un 30 de enero de 1971 fue algo parecido.
Y es que si bien esas alegres y coloridas orquestas desgranan éxitos de todo tipo y condición por y para el disfrute general de un entregado público, el matrimonio formado por Ike y Tina Turner hizo lo propio aquella lejana noche.
Ante un publico no menos entregado, y en muchos casos, seguramente no menos dopado que el propio de una verbena veraniega, Ike y Tina no fueron temas propios precisamente lo que ofrecieron, se podría y se debe de hecho decir, si no se quiere faltar a la verdad, que lo que hicieron fue desgranar éxitos de todo tipo y condición por y para el disfrute general de un entregado público...
Para un público entregado, y además afortunado, pues debo decir que a tenor de lo que la escucha de este disco que hoy traemos aquí deja claro, tener la oportunidad de asistir a un torrente musical como aquel es para sentirse afortunado...Muy afortunado.
Y es que entonces la pareja estaba en un momento de apoteosis creativa por parte del genial Ike y de auténtica y desmedida expresividad animal, casi primitiva, pero de innegable sutilidad musical por parte de Tina, uno a la guitarra y las teclas, la otra dejando escapar un sunami narrativo a golpes de glotis, dibujando líneas sublimes e infernales de ardientes discursos vocales, hiperactivo el fraseo, sobrecogedora la emisión, una fuerza de la naturaleza que helaba conciencias y derretía corazones, una fiesta de la codicia musical, una bacanal del exceso interpretativo, un escandalo de la avaricia interpretativa, del fuego azuferíno que desprendían las bluseras y ácidas guitarras de Ike, un infierno, en definitiva, en el que vivían, sudaban y se gustaban Ike y Tina, rodeados de un grupo de voraces profesores contagiados de todo aquel adictivo ritmo, acomodados al fuego que rodeaba aquellos sonidos gloriosos y sin duda pecadores.
Una apertura que para latidos con la interpretación, sublime y desbocada, por parte de Las Ikettes que calientan el ambiente interpretando clásicos, como los de la verbena ¿recordáis?, como "You've Got Me Hummin" de Sam & Dave, el enorme clásico de Sly & Family Stone: "Everyday People" poderosa y soulera, ardiente en vientos, y como escusa para presentar a la diva una rasposa y colorida en coros "Shake A Tail Feather"...y todos a bailar.
Ya con la gran Tina mordiendo micro de deshacen temas de todo tipo y condición, primero un medley soul formado por dos irresistibles clásicos: "Gimme Some Lovin'", que no necesita presentación y un no menos célebre "Sweet Soul Music" del poco conocido Arthur Conley, metales y decibelios, percusiones que sin duda harían bailar a Satán desde donde nos este observando, una gozada...
Desfilan temas tan clásicos y dispares como la ácida "Son Of A Preacher Man" de la inolvidable Dusty Springfield, que llena de humo lisérgico el ambiente; una oscura y pecaminosa visión llena de lascivia del Beatlemano "Come Together", una pausada y cantada a dúo "Proud Mary" que de repente explota en una locura de vientos y percusiones, funk y soul fundiéndose al fuego de la maravillosa composición de Fogerty, si el infierno de los negros existe debe ser como era aquel escenario...¡Quiero ser negro!!!
Vocal y deliciosa con la guitarra espectacular y sutil de Ike llevándonos al cielo, (si, ahora toca el cielo), en la genial "A love like yours don come knocking everyday" de Martha & The Vandelllas, y tras la calma del paraíso, el blues nos devuelve de una patada al averno, ahora conducidos por la voz divina de Tina y la guitarra de Ike que suena como resucitada de una muerte violenta y dispuesta a una cruel y blusera venganza, 10 minutos de blues que congela la sangre con "I Smell Trouble".
Vuelve el soul, el clásico de los clásicos, "Respect", empatando con Aretha en cualquier contienda en la que esta desplegara su inmortal himno, rock and roll enfermizo con notas blues y funkys en el "Honky Tonk Woman" Stoniano, y el fin del mundo parece que se cierne sobre el patio de butacas.
El espíritu de Otis Redding visita París para llorar con Tina y derretirse con los vientos en una experiencia sin igual para los allí presentes, presenciar a aquellos demonios, a aquella orquesta verbenera recién llegada de los dominios de Lucifer hechizar a todos con la pócima contenida en un inolvidable "I've Been Lovin' You".
Pero todo se acaba, y como terminaban aquellas noches de verano repletas de emociones juveniles con los sones de "Paquito el Chocolatero" temblando aún en las cuerdas vocales cuando el sol asoma, también lo hizo aquella verbena, milagrosa, incendiaria, que subió sin duda la temperatura del invierto parisino, y lo hizo dejando en las cuerdas vocales de los súbditos que allí de dieron cita para disfrutar de la ceremonia verbenera que oficiaron el matrimonio Turner, los sones funkys, peligrosos y cardíacos de "I Want To Take Your Higher", segundo trallazo funky de Sly y su parentela, con un entregado y abducido público coreando el nombre de Tina...Aún le queda un cartucho a la verbena.
"Land Of 1000 Dances", himno donde los haya que dio por terminada la noche de soulera, funky, rockera y blusera verbena que cual ceremonia satánica marcó a los feligreses del ritmo que tuvieron la fortuna de disfrutar de aquella verbena...¡Joder, Menuda verbena!!!
Un año de vida por haber estado en ese evento
ResponderEliminarCreo que yo tambien lo firmaria amigo...
EliminarA ver si resulta que que lo tuyo sí es el funky, Addi jajaja
ResponderEliminarIke, dejando aparte consideraciones sobre su persona, era un genio y Tina dinamita pura. Lo que daría por viajar en el tiempo hasta el Olympia...
Abrazos.
A veces yo también pienso que no le tengo tanta manía al funky, en especial si lo hace Steve o Ike.
EliminarUn viajecito en el coche aquel de J. Fox eh??? Menuda juerga.
Un abrazo,
Eso es una verbena, y no la de los pueblos en las fiestas de verano.
ResponderEliminarUn abrazo!
Mas que una verbena yo casi lo llamaría bacanal directamente...solo faltabamos la peña de Frias jajajaja
EliminarUn abrazo.
Ver en directo a Ike & Tina Turner en aquello época debió ser una gozada absoluta. Abrazo.
ResponderEliminarYo pude ver a Ike en el Getxo&Blues unos pocos meses antes de su muerte y fue inolvidable, un puto genio... en aquella época, un bolo de estos dos...una bacanal de mucho cuidado.
EliminarFuerte abrazo.