La primera vez que tuve contacto con Robert Cray fue hace unos ocho o nueve años, el contacto lo motivó la inminente presencia de un servidor en su primer Festival de Jazz de Vitoria para presenciar una bluesera jornada de despedida de la edición de aquel año. Para la ocasión se citaban en el escenario de Mendizorroza Taj Mahal, Koko Taylor y Robert Cray.
Con tan tremendo cartel, ya os supondréis que el ambiente estaba por todo lo alto en Vitoria, encima, para poner mas emoción al tema era mi cumpleaños.
Ya conocía y había escuchado a los dos primeros interpretes de aquella tarde-noche, pero el tercero, el que cerraría noche y festival aunque me era familiar su nombre no había tenido la ocasión de escucharle nunca.
"Twenty" era el disco con el que estaba girando en aquel momento, recién publicado se comentaba que era el álbum que devolvía al de Columbus a la primera linea del cogollo tras unos años de actividad no tan correspondida con éxitos de público y critica como los conseguidos en los primeros años de su carrera, la cual fue dos décadas antes recibida con gran entusiasmo y expectativas inusitadas dado el bajo momento que atravesaba el género.
Las primeras escuchas del disco me resultaron sorprendentes, aquello no parecía blues, ni siquiera soul, una gran parte del disco sonaba a pop, pop dorado, de brillo sonoro y terciopelo en una voz hermosa como pocas, capaz de inyectar paz, sensación de gloria y sosiego, elegancia y sutileza glamourosa en la producción y melodías cuidadas, delicadas y vaporosas, un trabajo delicioso, pero blues...¿Éra aquello blues?.
Solo cuando la guitarra de aquel prestigioso bluesman emitía sus quejidos el blues hacia su aparición, entonces los suspiros de la stratocaster de Cray evidenciaban que aquello era la quintaesesncia del genero del delta, el discurso de dolor expresado en lágrimas de líquida y salada electricidad convertían todo el conjunto en una suerte de sentimiento bluesero que quedaba suspendido en el aire, era blues emitido como sin pretenderlo, que aparecía por generación espontánea, como si manase del interior de aquel hombre de forma ajena a su voluntad, esclavo de lo que su corazón dictaba, de lo que su alma emitía.
Llego el momento en que Robert Cray tomaba el testigo de una feroz Koko Taylor y un académico y simpático además de genial Taj Mahal en el escenario vitoriano, y empezó a desplegar su arte...
Aquella hora y pico fue mágica, el blues se fue adueñando del espacio del pabellón y lo invadió todo de forma densa y dulce, como hace el incienso y su áspero olor en las bóvedas de las catedrales en las mas enseñoriadas celebraciones religiosas, y ¿que es un concierto de rock, o de blues?...una ceremonia, una liturgia que en los días marcados en rojo en el ábaco del corazón bendice con su veneno a todos los fieles que rogamos al reverendo de turno por no dejar de acariciar almas, pieles y corazones con el incienso de su sonido invasor de espacios, cerebros y almas.
Blues que no araña... acaricia, no desgarra... masajea, no llora... gime, no grita... suspira.
Robert Cray es un magnífico guitarrista, impoluto técnicamente, elegante y virtuoso, capaz de frasear con un gusto infinito en los momentos rasgados y de susurrar líricamente en los arpegios; ¿y en los solos?, fluidez y sabor, blues líquido, blues soleado y bondadoso.
Pero como cantante es un Dios absoluto, su voz es seda, su fraseo poesía y su entonación arquitectura gótica de delicadas aristas e impactante belleza frontal y vetusta, dramático y lírico a partes iguales, romántico y heroico en el mismo golpe vocal, colores dorados y esmaltes plateados en un timbre de bella y robusta fragilidad, y ese estilo, ese...¡soul!, ¡ese soul!...Porque ese es el secreto que esconde el arte inigualable de Robert Cray, que es un héroe romántico que tiene un corazón de blues, unos dedos que solo saben pellizcar blues y una voz soul, una laringe que suspira ante los efluvios embriagadores de las damas y los caballeros souleros del pasado, del pasado que se extiende como el cosmos en un infinito de tiempo, el pasado que siempre es presente y vuela hacia un futuro que también les pertenece, una laringe que vive con Otis y Sam, con Nina y Aretha...garganta soul, dedos blues, corazón de artista bohemio y bucólico, mezcla impagable, mas celestial que infernal, mas néctar que veneno, blues soulero o soul bluesero...en resumen: Robert Cray.
¿Y todo esto porque os lo cuento?, pues porque este gran artista vuelve con nuevo trabajo bajo el brazo: "In My Soul"..., y es un trabajo excelente, delicioso y emocionante, un trabajo en el que me da la sensación de que se evidencia mas que en ningún otro lo explicado mas arriba, esa genética y nunca deliverada mezcla vital entre los dos estilos mágicos de silvestre nacimiento racial.
Una muestra de voz que canta soul y dedos que acarician blues en una infinita Fender, un trabajo con la banda de siempre, o, al menos la de siempre desde que servidor fuese atrapado para la causa aquel día de su efemerides en la ciudad de Vitoria, atrapado y condenado a ver mutar su epidermis con las gloriosas avanzadillas dolorosas y poéticas de la voz soul y los dedos blues de Robert Cray.
Mi sugerencia...que escuchéis este "In My Soul", creo que os gustará, es bello y oscuro, con vientos souleros que protegen del mal que huido del infierno viaja a través de las cuerdas de la guitarra del caballero de las cuerdas, las otras, las que se esconden en el cuello, de oro.
Delicioso, tenso, orgánico y plástico, canela en grama, feliz y dichoso sónicamente y evocador melódicamente, si os gusta el blues, os encantará...y si lo vuestro es el soul...pues lo mismo.
Recordar, se titula "In My Soul" y es el nuevo disco de Robert Cray.
Cray siempre tuvo ramalazos soul y desde hace tiempo cada vez son más evidentes y en este caso creo que ha alcanzado su mayor gloria de alma negra
ResponderEliminarSi desde luego siempre ha tenído ese deje soul, pero es en gran parte el encanto de su arte, este disco me parece delicioso de veras.
EliminarSaludos.
Aunque reconozco que Cray me gusta más cuando se vuelve un poco loco con la guitarra y se ahoga en blues, este disco me ha gustado mucho. Un tipo que con los años parece cantar mejor.
ResponderEliminarYo es que el soul y el blues, pues ya sabes...tanto monta ...que me encantan ambos, pero este disco, igual que el anterior son realmente notables, es genial verle en tan buena forma.
EliminarSalud.
Un gran post, amigo. Es una gozada escuchar a Mr Cray, y el disco está genial. Échale un vistazo a este enlace si te apetece:
ResponderEliminarhttp://bauldesvan.blogspot.com.es/2010/01/robert-cray-band-smoking-gun.html
Un abrazo!
Fantástico disco de verdad, ahora mismo voy al post...
EliminarSalgo de vacaciones unos días asi que estare ausente, hasta muy (demasado) pronto.
Un abrazo!
Creo que he comentado ya este Cd por la blogosfera pero...decir que me ha impresionado lo nuevo de Cray. Ultimamente estaba demasiado metido en su papel de cantante de soul y se olvidó de la Stratocaster. En este trabajo brilla como guitarrista, como vocalista y como maestro de ceremonias de una buena banda. Larga vida a Cray!! Solo tengo pendiente con él.... el haberlo visto dos veces en directo y haberme dejado impasible. No conecte con su musica en directo pero Strong Persuader lo tengo tatuado en mi timpano.
ResponderEliminarA mi en directo si que me ha gustado las dos veces tambien que le he visto, creo que desde hace una decada esta en una forma genial , pero superar aquel "Strong Persuader" es casi imposible.
EliminarSaludos.