Siempre me ha llamado la atención estos oficios casi desaparecidos, soplador de vidrio o herrero. Me encandilan los oficiantes de estas profesiones, me imagino a ese niño creciendo al calor de las llamas de la fragua que alimenta su hogar desde hace décadas, teniendo como música de infancia el golpeteo seco y metálico del martillo de su padre contra el yunque, como paisaje doméstico para sus ojos, las bellezas ferrosas amontonadas junto a la puerta esperando ser recogidas (y pagadas) por los clientes que han querido embellecer sus casas con arte de hierro.
Ese ahora adolescente, que termina ayudando al padre en el infierno del taller familiar, sudando el músculo y ardiendo las pupilas atacadas por el fuego, ayudando para que el padre no termine de dejar su salud a expensas de las brasas y el hierro incandescente de las tenazas.
Ese ya joven, que termina atado a la fragua, como su padre, como su abuelo, sacando adelante el hogar como viene siendo tradicional en su estirpe, sin ser consciente de la belleza que se esconde en el hierro agredido por su martillo, sin darse cuenta que ese metal informe es el lienzo en el que pintar una obra poblada de belleza, sin observar que el yunque y el martillo son los pinceles y el fuego la acuarela o el óleo que entre todos han de formar una bella tabla.
Ignora que en su caso, también el resultado final de su trabajo es una obra de orfebrería digna de un artista, de un maestro artesano. El, ese chico, finálmente hombre es un artesano al que su duende, su genio, su sensibilidad le pasan, como a sus antepasados, desapercibidas, convencido de que se trata únicamente de un obrero sacando adelante su casa, con esa actitud digna y limpia, aldeana, por lo de no contaminada y de honrada sencillez que hacen de el un excelso creador de maravillas, que hacen de él un auténtico orfebre, un artesano desapercibido.
Esa ternura que destila el artista sometido a su genio como arte para hacer mas hermosa la vida de los demás que demuestra nuestro herrero, es lo que con su guitarra al cuello transmite el irlandés Bap Kennedy, un cantante sencillo y digno, que parece no ser consciente de su capacidad para crear belleza y que su preocupación en un escenario es la de transmitir a su audiencia un agradable recital realizado con todo el oficio aprendido de forma natural y humilde, con vocación de amateur y disposición domestica, intentando pasar un buen rato entre todos, ajeno al tremendo artista que anida en tan limpio corazón, que bate sus alas en tan inspirados dedos sobre las cuerdas de la guitarra, que golpetea fuerte en su glotis para que las palabras fluyan convencidas en un canto libre y cercano...como el herrero, Bap Kennedy es insisto, un artesano desapercibido.
O al menos esa es la sensación que me dió en el excepcional recital que ayer tarde tuvimos la suerte de presenciar unos pocos (incomprensiblemente demasiados pocos), en la sala BBK, el señor Kennedy compadeció ante sus clientes acompañado de su esposa al bajo y de su amigo Paul McCallister a la guitarra, capitulo aparte merece este caballero, impresionante guitarrista que llenó de blues y country el auditorio, que sorprendió con su destreza y entrega y que, como Bap parece poseer esa misma cualidad de artesano desconocido.
El set list fue una sucesión de canciones, simplemente, temas que fue entregando finamente envueltos en arte de humana sencillez y bella terminación, como las barandas y plafones del herrero, creadas con ilusión y profesionalidad.
Intercalando temas de su último y excelente disco: "Let's Start Again" (pinchar para ver comentario aparecido en estas mismas páginas), con temas de su discografía reciente y dejándose atrapar y atrapándonos a todos al mismo tiempo de los efluvios que emanan las influencias que en el irlandés han depositado artistas como Elvis Presley, Steve Earle, Mark Knopfler o Hank Williams del que llegó a decir que es su songwriter favorito.
Todos ellos estuvieron presentes ayer en el espacio de la sala BBK, sonó "Rumblin' Man" de Hank o "Long Time A Comin" de Steve Earle entre otros covers, y al final apareció, como no, el fantasma de Van Morrison sobre el escenario.
Entre sus temas destacaron bellezas recientes como "Domestic Blues" o la fantástica "Jimmy Sanchez" de evidente recuerdo al mas inspirado Knopfler, genial también "Revelation Blues" del reciente "Let's Start Again" y la extraordinaria "Heart Trouble" del mismo álbum.
No faltaron momentos countrys ni acercamientos a raíces folk, bises y un final de concierto en el que Bap quiso convocar a la ceremonia, que en la fragua que había encendido nuestro herrero de melodías de ayer se celebraba, a que ardiesen junto a nosotros y a las leyendas ya presentes las figuras de Johnny Cash y Jimmy Hendrix dando por terminado el bolo con el clásico "Hey Joe" que sirvió para despedir como se merece al terceto de seres humanos que nos deleitaron con un concierto de canciones y arte, sencillo y cercano.
Creo y lo digo bien alto, que ayer presencie uno de los mejores conciertos de los últimos meses.
Ese ahora adolescente, que termina ayudando al padre en el infierno del taller familiar, sudando el músculo y ardiendo las pupilas atacadas por el fuego, ayudando para que el padre no termine de dejar su salud a expensas de las brasas y el hierro incandescente de las tenazas.
Ese ya joven, que termina atado a la fragua, como su padre, como su abuelo, sacando adelante el hogar como viene siendo tradicional en su estirpe, sin ser consciente de la belleza que se esconde en el hierro agredido por su martillo, sin darse cuenta que ese metal informe es el lienzo en el que pintar una obra poblada de belleza, sin observar que el yunque y el martillo son los pinceles y el fuego la acuarela o el óleo que entre todos han de formar una bella tabla.
Ignora que en su caso, también el resultado final de su trabajo es una obra de orfebrería digna de un artista, de un maestro artesano. El, ese chico, finálmente hombre es un artesano al que su duende, su genio, su sensibilidad le pasan, como a sus antepasados, desapercibidas, convencido de que se trata únicamente de un obrero sacando adelante su casa, con esa actitud digna y limpia, aldeana, por lo de no contaminada y de honrada sencillez que hacen de el un excelso creador de maravillas, que hacen de él un auténtico orfebre, un artesano desapercibido.
Esa ternura que destila el artista sometido a su genio como arte para hacer mas hermosa la vida de los demás que demuestra nuestro herrero, es lo que con su guitarra al cuello transmite el irlandés Bap Kennedy, un cantante sencillo y digno, que parece no ser consciente de su capacidad para crear belleza y que su preocupación en un escenario es la de transmitir a su audiencia un agradable recital realizado con todo el oficio aprendido de forma natural y humilde, con vocación de amateur y disposición domestica, intentando pasar un buen rato entre todos, ajeno al tremendo artista que anida en tan limpio corazón, que bate sus alas en tan inspirados dedos sobre las cuerdas de la guitarra, que golpetea fuerte en su glotis para que las palabras fluyan convencidas en un canto libre y cercano...como el herrero, Bap Kennedy es insisto, un artesano desapercibido.
O al menos esa es la sensación que me dió en el excepcional recital que ayer tarde tuvimos la suerte de presenciar unos pocos (incomprensiblemente demasiados pocos), en la sala BBK, el señor Kennedy compadeció ante sus clientes acompañado de su esposa al bajo y de su amigo Paul McCallister a la guitarra, capitulo aparte merece este caballero, impresionante guitarrista que llenó de blues y country el auditorio, que sorprendió con su destreza y entrega y que, como Bap parece poseer esa misma cualidad de artesano desconocido.
El set list fue una sucesión de canciones, simplemente, temas que fue entregando finamente envueltos en arte de humana sencillez y bella terminación, como las barandas y plafones del herrero, creadas con ilusión y profesionalidad.
Intercalando temas de su último y excelente disco: "Let's Start Again" (pinchar para ver comentario aparecido en estas mismas páginas), con temas de su discografía reciente y dejándose atrapar y atrapándonos a todos al mismo tiempo de los efluvios que emanan las influencias que en el irlandés han depositado artistas como Elvis Presley, Steve Earle, Mark Knopfler o Hank Williams del que llegó a decir que es su songwriter favorito.
Todos ellos estuvieron presentes ayer en el espacio de la sala BBK, sonó "Rumblin' Man" de Hank o "Long Time A Comin" de Steve Earle entre otros covers, y al final apareció, como no, el fantasma de Van Morrison sobre el escenario.
Entre sus temas destacaron bellezas recientes como "Domestic Blues" o la fantástica "Jimmy Sanchez" de evidente recuerdo al mas inspirado Knopfler, genial también "Revelation Blues" del reciente "Let's Start Again" y la extraordinaria "Heart Trouble" del mismo álbum.
No faltaron momentos countrys ni acercamientos a raíces folk, bises y un final de concierto en el que Bap quiso convocar a la ceremonia, que en la fragua que había encendido nuestro herrero de melodías de ayer se celebraba, a que ardiesen junto a nosotros y a las leyendas ya presentes las figuras de Johnny Cash y Jimmy Hendrix dando por terminado el bolo con el clásico "Hey Joe" que sirvió para despedir como se merece al terceto de seres humanos que nos deleitaron con un concierto de canciones y arte, sencillo y cercano.
Creo y lo digo bien alto, que ayer presencie uno de los mejores conciertos de los últimos meses.
Me hubiera gustado estar ahí.. el ultimo disco me ha encantado. Un saludo,
ResponderEliminarNo toco muchas del último creo que cinco, pero las cinco mejores seguramente, pero fue un muy buen repertorio, si te gusta Bap, seguro que te hubiese encantado el bolo.
EliminarSalud.
Más habitual de lo deseable lo de las audiencias, con la satisfaccion que supone disfrutar de la música en directo... Una pena, pero también una muestra más de la entrega y de la pasión por la música de los intérpretes actuales.
ResponderEliminarMe alegro de que disfrutases...
Un abrazo.
A mi me da mucha pena ver a tanto gañan llenando grandes espacios y musicos realmente valiosos tocando en salas medio vacias o garitos de segunda...
EliminarEso si, el bolo fuen genial Aurelio.
Un abrazo.
Qué alegría da conocer en persona a los amigos virtuales, verdad?
ResponderEliminarMe alegro de que disfrutaras del concierto y de la compañía.
Un abrazo!
la verdad es que si, conocer buena gente siempre es la pera, los seres humanos cuando somos buenos somos la hostia, una pena que haya tanto hp jodiendo el mundo.
EliminarEl concierto fue delicioso de verás, vosotros ya he visto que genial, como me alegro también.
Un abrazo.
Me alegra que disfrutaras, mysuperfriend. Me habría encantado haberle visto. Un fuerte abrazo, mysuperfriend.
ResponderEliminarComo le decía a Evánder ya os he leído que todo genial, joder el amo de la land como se cuida jajaja, me alegro de verdad.
EliminarTe hubiese encantado el bolo Johnny, se lo que te gusta este tio y estuvo muy bien y muy simpatico y cercano, tiene un guitarrista soberbio además. Una gran tarde noche.
Un abrazo.