Hay cosas que no tienes que hacer demasiado para que te gusten, simplemente conectas con ellas, de forma natural o genética no lo sé, el caso es que no requiere esfuerzo que inmediatamente te sientas a gusto en compañía de ellas.
Esto es aplicable a personas, espacios y representaciones artísticas; la música también entra en esta reflexión por supuesto. Hay ciertos géneros o sonidos que solo tienen que salir por el ampli para que se asienten dentro de ti, encajando perfectamente, como hechos a medida.
A mi me ocurre con el rock de origen sureño, en cuanto esos rugidos de guitarras toman el aire por patria, un servidor enarbola la bandera confederada de forma intuitiva y enfervorizada, electrificado por ritmos, cautivado por sonidos eléctricos, hipnotizado por las épicas historias de perdedores y amores rotos que narran sus bohemias baladas, embriagado por la tabernaria actitud de sus frontmans...no me puedo resistir.
Es por ello que la banda de BJ Barham no tardó ni un suspiro en asentarse en mi corazón hace un par de años cuando les conocí gracias al que hasta ahora era su último disco "Burn. Flicker. Die" (2012) que fue reseñado en su día aquí.
Banda oriunda de Carolina del Norte, adictos a la carretera, sellados sus destinos a las tablas de los escenarios y sus ojos a otear horizontes en los que asfalto y sol se funden cuando el día llega a su fin.
Tres años han tardado en grabar su sexto disco, este "Wolves". En este tiempo sus osamentas han recorrido el país del Tío Sam de arriba a abajo, de este a oeste y no han dejado carretera sin atravesar, además han escrito canciones, las mas maduras y reflexivas de cuantas habían escrito hasta la fecha, se han metido en el verano de 2014 en el estudio y han facturado este álbum compuesto por 10 cortes y que ha contado con la producción de Brad Cook.
Lo primero que llama la atención es la temática de las letras, realistas y crudas, nada amarradas a las típicas historias épicas o líricas propias del genero, hablando de problemas mundanos de los que importan, dejando el sueño americano para otra ocasión, estrofas que destilan amargura y realismo en el sentido mas rotundo de la palabra.
Esta evolución se ve plasmada también en el sonido, menos luminoso pero mas personal, mas propio. Alejados de la sombra del sonido Drive By Truckers o Wilco que caracterizaba muchas de sus anteriores canciones, (la producción de Jason Isbell para su anterior entrega algo tendría que ver en este aspecto), ahora parece que poseen una forma sónica mas personal y menos mimetizada con otros artistas.
Pero ahí siguen las guitarras que rugen con intensidad, los elementos sureños que tan bien epatan con el country, la bonita y expresiva voz de BJ Barham, los teclados de cobertura elegante y sutil, y las melodías perfectas, carnosas y de fácil asimilación.
Y las canciones, francamente sobervias, controvertidas y sentidas como "Family Problems" que abre el tracklist poniendo en negro sobre blanco la temática que va a regir los designios de los textos y la verdad del sonido.
Pero los rockeros de sureño espíritu no pueden ser lo que no son y "Southern Sadness" ya nos muestra la belleza de sus guitarras, los pasajes melódicos del órgano y la fluidez de la melodía en un tema excelente y emotivo.
Vuelven los momentos de penumbra sonora con steels llorando en un espeso manto de bajos y teclas, con la preciosa voz de BJ desgranando las nostálgicas notas de "Man I'm Supossed to Be".
Una de cal y otra de arena, y con "Wichita Falls" vuelve el rock de influjos countrys y guitarras correosas que continua con la excelente "Old North State", mas calmada y reflexiva, pero deliciosa en teclas y de cierto ritmo increscendo.
"Rambling Ways" comienza con pianos y calma para girar hacia un tema de guitarras que recuerdan los idílicos rugidos de la triada de los Skynyrd mas míticos, un gran tema de southern rock.
Y actitud mas nerviosa para la enraizada "Lons Side of Twenty-Five" que nos conduce a la balada acústica de nostálgico acento de: "End Over End" suculenta en steels y con delicias eléctricas en la segunda parte.
El realismo del que halábamos antes queda perfectamente reflejado en el tema que da título al trabajo, bonito medio tiempo de oropeles sónicos a base de guitarras carnosas y profundas.
Y el disco se cierra con un tema de ritmo bluesero y cadencias Springsteenianas hasta que las steels ponen las cosas en su sitio y ayudan a despedir el álbum con la extraordinaria: "Who Needs a Song".
Me parece un paso adelante de la banda de Carolina del Norte, una prueba de que su música crece, su personalidad se hace mas madura en lo personal y en lo musical, que las credenciales sonicas van dejando sus fuertes influencias de antaño en una fina capa que sirve de cobertura a un discurso sonoro propio y definido y que la composición se va haciendo mas redonda y perfecta, no creo que me equivoque si digo que este va a ser, con permiso de alguno mas, el disco de southern rock-americana de este ejercicio 2015.
Esto es aplicable a personas, espacios y representaciones artísticas; la música también entra en esta reflexión por supuesto. Hay ciertos géneros o sonidos que solo tienen que salir por el ampli para que se asienten dentro de ti, encajando perfectamente, como hechos a medida.
A mi me ocurre con el rock de origen sureño, en cuanto esos rugidos de guitarras toman el aire por patria, un servidor enarbola la bandera confederada de forma intuitiva y enfervorizada, electrificado por ritmos, cautivado por sonidos eléctricos, hipnotizado por las épicas historias de perdedores y amores rotos que narran sus bohemias baladas, embriagado por la tabernaria actitud de sus frontmans...no me puedo resistir.
Es por ello que la banda de BJ Barham no tardó ni un suspiro en asentarse en mi corazón hace un par de años cuando les conocí gracias al que hasta ahora era su último disco "Burn. Flicker. Die" (2012) que fue reseñado en su día aquí.
Banda oriunda de Carolina del Norte, adictos a la carretera, sellados sus destinos a las tablas de los escenarios y sus ojos a otear horizontes en los que asfalto y sol se funden cuando el día llega a su fin.
Tres años han tardado en grabar su sexto disco, este "Wolves". En este tiempo sus osamentas han recorrido el país del Tío Sam de arriba a abajo, de este a oeste y no han dejado carretera sin atravesar, además han escrito canciones, las mas maduras y reflexivas de cuantas habían escrito hasta la fecha, se han metido en el verano de 2014 en el estudio y han facturado este álbum compuesto por 10 cortes y que ha contado con la producción de Brad Cook.
Lo primero que llama la atención es la temática de las letras, realistas y crudas, nada amarradas a las típicas historias épicas o líricas propias del genero, hablando de problemas mundanos de los que importan, dejando el sueño americano para otra ocasión, estrofas que destilan amargura y realismo en el sentido mas rotundo de la palabra.
Esta evolución se ve plasmada también en el sonido, menos luminoso pero mas personal, mas propio. Alejados de la sombra del sonido Drive By Truckers o Wilco que caracterizaba muchas de sus anteriores canciones, (la producción de Jason Isbell para su anterior entrega algo tendría que ver en este aspecto), ahora parece que poseen una forma sónica mas personal y menos mimetizada con otros artistas.
Pero ahí siguen las guitarras que rugen con intensidad, los elementos sureños que tan bien epatan con el country, la bonita y expresiva voz de BJ Barham, los teclados de cobertura elegante y sutil, y las melodías perfectas, carnosas y de fácil asimilación.
Y las canciones, francamente sobervias, controvertidas y sentidas como "Family Problems" que abre el tracklist poniendo en negro sobre blanco la temática que va a regir los designios de los textos y la verdad del sonido.
Pero los rockeros de sureño espíritu no pueden ser lo que no son y "Southern Sadness" ya nos muestra la belleza de sus guitarras, los pasajes melódicos del órgano y la fluidez de la melodía en un tema excelente y emotivo.
Vuelven los momentos de penumbra sonora con steels llorando en un espeso manto de bajos y teclas, con la preciosa voz de BJ desgranando las nostálgicas notas de "Man I'm Supossed to Be".
Una de cal y otra de arena, y con "Wichita Falls" vuelve el rock de influjos countrys y guitarras correosas que continua con la excelente "Old North State", mas calmada y reflexiva, pero deliciosa en teclas y de cierto ritmo increscendo.
Y actitud mas nerviosa para la enraizada "Lons Side of Twenty-Five" que nos conduce a la balada acústica de nostálgico acento de: "End Over End" suculenta en steels y con delicias eléctricas en la segunda parte.
Y el disco se cierra con un tema de ritmo bluesero y cadencias Springsteenianas hasta que las steels ponen las cosas en su sitio y ayudan a despedir el álbum con la extraordinaria: "Who Needs a Song".
Interesante sonido, Addi. Me ha gustado bastante.
ResponderEliminarUn abrazo!
A mi me ha gustado mucho este disco, y eso que los demás también me parecen excelentes.
EliminarUn abrazo.