Posiblemente no sea Ignacio Goitia el pintor más popular que podría traer aquí, pero quiero que sea un cuadro suyo el que adorne la cabecera del blog durante los próximos 7 días, os cuento.
Hace muchos años, tuve la ocasión de trabajar durante unos meses en un centro de arte recién inaugurado por el gobierno vasco: Bilbao Arte. En este edificio se posibilitaba espacio de cesión temporal, medios y exposiciones a jóvenes artistas que lo solicitasen mediante unos determinados trámites y tras ser aprobada su obra y currículum.
Muchos artistas han pasado por las instalaciones de Bilbao Arte y siguen pasando, la idea además era y es acercar las artes plásticas y audiovisuales al público.
La primera promoción de artistas coincidió con mi temporada trabajando allí, ver sus cuadros, preparar alguna exposición y observar trabajar a estos jóvenes (como lo era yo entonces), hablar con ellos y el ambiente que se respiraba allí fue el inicio de mi afición a la pintura.
De todos ellos me gustó especialmente Ignacio Goitia, un tipo que en su estudio tenía cuadros empezados a los que vi tomando su forma definitiva, solían ser pinturas en grandes formatos, con palacios y jardines, todos ellos lugares reales, también estancias y salones victorianos, ricos en color y de esencia pop, lo más curioso es que en muchas ocasiones los habitantes de estos lugares y estancias eran jirafas, también personas pero en un segundo termino, como observantes del paisaje, la verdad es que me impactó lo que dibujaba aquél joven, aquellos cuadros fueron el pistoletazo de salida a mi afición, con los años creciente, por la pintura.
El cuadro elegido formó parte de una de las exposiciones a las que asistí en Bilbao Arte, la formaban obras de los entonces residentes y éste lienzo fue la aportación de Ignacio Goitia.
He visto innumerables exposiciones de Goitia y con los años su obra a ido creciendo exponencialmente, si tenéis la ocasión no os lo perdáis.
¡Feliz semana!!!
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