Cuando la magia está de nuestra parte todo puede ocurrir. Este fin de semana he descubierto que la magia flota, y es más, se hace más intensa y sorprendente ante la presencia del líquido elemento. Y es que en Valencia, este fin de semana pasado, les aseguro que agua no ha faltado, y magia desde luego tampoco.
Solo así se pueden explicar los maravillosos momentos vividos, el sentimiento de amistad y respeto, de ilusión ante las charlas con amigos a los que no se les puede ver lo a menudo que uno quisiera, las sonrisas y los recuerdos que se comparten, los planes de futuro y el intercambio de discos, y las canciones escuchadas, degustadas en el coche, bajo la lluvia, siempre la música como nexo y leit motive.
Así surgió la palabra, entre las conversaciones que se mezclaban en la sobremesa, después de devorar con buenos amigos una exquisita paella: Maderita.
Y Maderita, que un servidor ignoraba qué era, es un cuarteto improvisado -nuevamente la magia- hace unos años en la capital del Turia, y que con el cantautor y leyenda local Julio Bustamante al frente, grabó en 2010 un disco, convertido en joya de la lírica folk musical, reservado para unos pocos degustadores de sentimientos y que se tituló "Ver para creer".
Y alguien dice, esta noche tocan en el Café Tulsa, y alguien responde que no se puede faltar, que será un sueño más que llevarse a la mochila de la vida. Y allí que me dejo llevar, porque cuando se comparten cosas con sabios, nada puede ir mal; eso y que la espiral del destino estaba sometida a la alquimia de la lluvia y del momento.
Y nos plantamos en el agradable Tulsa Café, y conocemos a don Julio Bustamante, y a dos de los tres escuderos del maestro: Xema Fuertes y Jorge Pérez, el cuarto mosquetero, Cayo Bellveser no pudo estar presente.
Y la magia que sigue haciendo de las suyas cuando Julio nos dice que Maderita ofrece un concierto al año y coincide con mi visita a Valencia, y me siento afortunado y lleno de curiosidad, y con una extraña sensación de regocijo y bienestar.
Maderita empiezan a interpretar sus canciones, las voces, las acústicas y esa poética puramente mediterránea que se balancea entre los juncos de la albufera y mira hacia adentro, hacia el corazón con un bello y luminoso parlamento, lleno de imágenes cristalinas amarilleadas por el sol de la tarde, con tonos aguamarina y olores a azahar, con verdad sencilla pero inagotable, con belleza discreta, nada pretenciosa ni pedante, sino solidaria y fresca, paisana.
Y las melodías, hasta entonces desconocidas, hacen presa de mi, me embaucan y me llevan al huerto (nunca mejor dicho), y clavan frases en mi corazón que me hacen sonreir algunas: "Alguien me dijo una vez/tratar mal a la gente trae mala suerte", sentir que la esperanza es casi un logro al alcance de la mano en otras ocasiones: "Lo que no puede ser/lo que no está bien/se nos llevó a paraísos de ilusión" y en esta misma maravillosa canción "¿Cómo cambiar el mundo/sin soñar, sin amar?", comprender que un hechizo es la guia que me lleva a la deriva: "Por la absoluta magia de está siendo/en vez de no haber sido en absoluto".
Y me estremezco con la versión de la Dylaniana "It ain't me babe" sublimemente transcrita con el título de "No te equivoques", y disfruto con las dos coplas que Julio Bustamante nos regala para dar carpetazo a tan sanador recital: "Mundo sereno" y "Hablando de Van Morrison".
Y vuelta a la realidad, a buscar el disco de Maderita y repetir en bucle los temas que encuentro en la red, y agradecer de corazón a los amigos que estuvieron conmigo por mostrarme lo que esconde el joyero musical valenciano, y depositar en el muro de recuerdos del alma todo lo ocurrido, y sentirme afortunado por ser uno de los bendecidos por la magia que rondaba entre las gotas de lluvia este fin de semana en Valencia, y esperar un nuevo encuentro, y seguir completando el puzzle de la vida.
Gracias.
Como me hubiera gustado estar en ese concierto!. Maderita son muy grandes. Abrazos.
ResponderEliminarFue genial y para mi una auténtica sorpresa, pues no conocía al grupo y me encandiló.
EliminarAbrazos.