Juan Hermanos es un seudónimo. Durante muchos años se ignoraba quién estaba detrás de éste, aunque la historia y los sentimientos que laten entre las páginas de "El fin de la esperanza" hacían perfectamente comprensible este secreto.
El caso es que aquellas páginas llegaron a Francia: Las páginas que narran la historia de un juvenil grupo humano decidido a reconquistar España para devolverla a la libertad y a la república tras el triunfo militar del triunvirato fascista que formaron Franco, Hitler y Mussolini, con el fin de consolidar un poder absoluto e ilegítimo el uno, y de hacer prácticas militares sobre el terreno con vistas a la gran guerra que se avecinaba los otros. Durante la lectura somos testigos de las acciones revolucionarias que estos jóvenes valientes e ilusos llevaron a cabo durante los primeros años de Franquismo genocida y sanguinario, esperando el final de la segunda guerra mundial, escuchando las noticias modificadas y retorcidas de la radio oficial del régimen sobre las campañas que iban ganando las tropas nacis, los aliados del general Francisco Franco. Los compañeros y compañeras que iban cayendo: en prisión, fusilados, en el exilio, escondidos en el monte, torturados, torturadas, violadas ellas, muchas apenas niñas. La crónica de las falsas denuncias, cobardes y mezquinas de los españoles de bien que así saldaban cuentas pendientes, consolidaban amoríos forzosos y unilaterales y ampliaban lindes y negocios; y las denuncias no tan falsas pero igual de ignominiosas de todo tipo de traidores y cobardes, negociantes de la miseria. El hambre y el frío, que no afectaban a las huestes del partido único: La Falange. La vileza de las fuerzas del orden franquista (nuestra gestapo), el repugnante posicionamiento de la iglesia católica, que devolvió al país a la moral del siglo XII, perpetuando todo tipo de arbitrariedades con el crucifijo como abanderado de su cínica maldad pletórica de ambición y sed de poder (y venganza). La estrategia de acabar con la inteligencia, de forjar una generación de iletrados incapaces de pensar para así poder ser moldeada a la épica medieval que deseaban tanto generales como obispos, la persecución a intelectuales y estudiosos que vieron lastrado su futuro académico, filosófico, literario o científico, '¡muera la inteligencia!' que gritaba un enfervorizado Millán Astray en la universidad de Salamanca.
Esa espera alimentada por la esperanza en que los aliados acabaran con el nacismo, que triunfara la coalición de países libres y democráticos y ganasen la guerra, para después -¡qué menos!- expulsar al fascista español, el primero y único a partir de 1945, y que así restituyesen el orden democrático ganado en el 36 en España y liberasen a los republicanos represaliados, humillados y en fase de aniquilación, que no en vano fueron los primeros en enfrentarse al fascismo, antes que ingleses, franceses o norteamericanos.
Llegaron estas páginas a Francia decíamos, y fueron publicadas en 1950, en el diario "Les Temps Modernes", con un emotivo prólogo de Jean Paul Sartre, donde habla del aprendizaje del miedo; para después ver la luz en México, en 1953, y más tarde en Argentina, en 1956. No llegaría a España esta cruda y tristemente necesaria publicación hasta 2004, y aún hoy no es especialmente popular ni está demasiado promocionada, adivine usted por qué.
El título viene a cuento de lo ocurrido en el arco mundial, en la ONU y en los parlamentos de los países vencedores del conflicto bélico en 1945. A aquel triste y execrable episodio de la política internacional dedica el autor (enseguida hablaremos de él) sus últimas páginas y la significación del título de la obra.
Al abandono al que los aliados sometieron a España y a los republicanos, a la traición a quienes acudieron a su lado, una vez en el exilio a luchar contra Hitler, enseñando las técnicas de guerrilla a tantos soldados europeos neófitos en el combate. Cientos de republicanos prestos a dar la vida por la libertad, esta vez fuera de las fronteras ibéricas. El mundo permitió que Franco hiciese a su antojo, sin molestar y dejando en manos de los españoles su futuro, ¿qué futuro?, el futuro se lo habían entregado a un dictador fascista a cambio de una serie de gestos absurdos e inútiles, gracias mundo.
Con los años, se ha venido especulando sobre la autoría de "El fin de la esperanza" atribuyendo ésta a Marc Saporta, hermano de Raimundo Saporta.
Ambos hermanos, de familia acomodada, oriundos de Estambul y descendientes de judíos sefardíes entraron en España gracias a un decreto de Primo de Rivera que daba la nacionalidad española a todos los judíos sefardíes. A diferencia de Raimundo, Marcel se rebeló contra el franquismo y el catolicismo español y en 1948 se fue a Francia llevándose bajo el brazo las cuartillas que conformaban "El fin de la esperanza".
Entiendo que estos testimonios deberían ser de conocimiento general, y desde luego ningún progresista, republicano, demócrata o persona de bien debería permanecer sin leer "El fin de la esperanza", pues es un relato de primera mano, escrito en paralelo a la sucesión de los acontecimientos que se narran, sobre el horror de un régimen que muchos hoy tratan de blanquear de manera repugnante, sobre las acciones miserables de la iglesia católica, de las fuerzas del orden (alguno de aquellos cuerpos aún en activo, y tan alabados en tiempos de 'democracia'), y sobre la traición internacional a España, a la República y a la democracia que tanto decían y dicen defender.
Se adjunta un PDF con la publicación en castellano en prensa, con el prefacio de Jean Paul Sartre
https://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/29210/3/THVIII~N92-93~P16-31.pdf
Había oído hablar de la historia de los hermanos Saporta, también del libro, aunque no ahora no me venía a la memoria la referencia exacta. Gracias por procurarla. Me recuerda el tema a la primera novela de Almudena Grandes de sus Episodios de una Guerra Interminable, "Inés y la alegría". En el Panteón de París, en el último piso, rodeado de grandes placas conmemorativas de los mejores hijos de Francia y sus aliados, hay una plaquita pequeña, la última de todas (cuando yo la visité), muy humilde, en la que se reconoce, casi en secreto, la aportación de los republicanos españoles en la lucha por la liberación de París.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Coincido con Javier, a mi también me ha recordado al libro de Almudena Grandes. me leere la reseña con tranquilidad.
ResponderEliminarSalud
Malraux escribió en 1937 "La esperanza", complemento perfecto, por lo que veo, para el libro que comentas, que —me fustigo— no he leído. Muy de acuerdo con tus reflexiones históricas y políticas. Y todavía tenemos que aguantar a Franco en su panteón… A ver si Sánchez cumple y saca al dictador y deja de mentir sobre Venezuela y el todavía caliente golpe de estado contra Maduro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Respondo a los tres ya que hacemos similares reflexiones. Si leéis este libro, cosa que os recomiendo de todo corazón, observaréis que existe el parecido apuntado con "Inés y la alegría" aunque con matices. Éste que nos ocupa está escrito entre 1943 y 1943 mientras que el relato de Almudena Grandes obviamente está escrito en este siglo.
ResponderEliminarLa resistencia a la que se refiere Almudena está organizada en Francia y toma como objetivo el Valle de Arán, mientras que aquí todo sucede en Madrid, siendo también la capital el objetivo a reconquistar. Los sucesos a pie de calle, monte o universidad son más directos en la obra de Juan Hermanos.
No obstante debo decir que en la última (hasta la fecha) entrega de Los episodios de una guerra interminable de A. Grandes, "Los pacientes del Dr. García", se hace referencia a esta obra y al autor, ése fue de hecho mi primer contacto con "El fin de la esperanza" cuando leí la obra de Almudena hace varios meses.
En cuanto a "La Esperanza", también imprescindible y complementario, como apunta Gonzalo, es algo más de un lustro anterior.
Un abrazo a los tres.