¡Los tiempos cambian!. Ya, ni el invierno es lo que era. Al pobre ahora lo venden como un producto de consumo en telediarios, magazines y programas de todo índole. Le colorean con alertas de todo tipo y a cada chaparrón, nevada o ventisca le ponen un nombre, antes era sólo de mujer, ahora también de hombre, pues muy bien.
Por no hablar de esas cosas que ahora se llaman ciclogénesis explosiva, que antes era una galerna de las de toda la vida, sin más oiga.
La cosa es que el invierno ahora es mucho más glamouroso que antes, tiene apellidos como ola siberiana o gota fría, y lo mejor es que para que quede constancia de tan extraordinarios acontecimientos como son las nieves en los altos de montaña en pleno enero, las televisiones colocan a un intrépido (y seguro que mal pagado) reportero o reportera, apostado en una curva, encogido como una uva pasa, enseñando cómo de nevada está Navacerrada o el puerto de Pasajes, ¡coño! no hagan sufrir a los pobres becari@s, que les creemos si nos dicen que nieva en la montaña sin necesidad de que haya bajas por pulmonía entre las huestes del gremio de reporteros, que al fin y al cabo es invierno, y los abuelos ya nos decían que hace años, antes de internet, en invierno pasaba esto que pasa hoy, pero que entonces, solo se llamaba eso: invierno.
Todo esto viene a que este fin de semana estaba programada otra ola de frío, o ciclogénesis o alarma de no sé qué color y un servidor había pensado pasarla en casa, viendo una peli, leyendo y pinchando discos, para evitar males mayores.
Pero, ¿qué quieren qué les diga?, que la cabra tira al monte, que en los bares no se está mal porque tienen calefacción y que uno es de liada fácil. Resumiendo, que salí a la calle a plantar cara al crudo invierno y a pesar de los consejos de los meteorólogos (auténticas estrellas televisivas que seguro que también escriben libros), me fui a tomar algo, que no sólo de rock vive el hombre.
Así que los discos los pincho hoy, domingo, que sigue haciendo malo, por qué es invierno básicamente, y hasta dentro de un rato no es la hora del aperitivo.
Y como los grandes maestros del rockerío no entienden de alertas naranjas ni de zarandajas de esas, me desenfundo el último vinilo de los Dream Syndicate, que es un disco que conforme más lo escucho mejor me parece, y lo hago sonar, y que la ola siberiana se aguante.
Pasamos la mañana de frío polar y vendabal de no sé qué nombre toca hoy, con Steve Wynn and company y "Out of my head".
¡Feliz domingo!
¡Ah, esa cabra, ese monte!..., al final todos necesitamos salir de vez en cuando de nuestra burbuja y compartir con los otros algunas cosas, aunque a veces tan solo se trate de nuestra mera presencia. Los domingos por la mañana es uno de los momentos más mágicos de la semana (salvo cuando hay resaca)
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Yo muchas veces lo que no hago es entrar, siempre estoy fuera, pero bueno.
EliminarCoincido en lo de los domingos por la mañana, es uno de los momentos favoritos de la semana.
Abrazos.