...no hay luces ni aventuras de amor apasionado, ni siquiera salvaje, solo hay actitud kamikaze y depresión... |
Volver a pinchar según que discos puede desencadenar en una espiral nostálgica, o bien en un repentino y químico rejuvenecimiento. Escuchar (de nuevo) "Dirt", segundo disco de Alice in Chains, es como volver a sentir como la sangre entra en estado de ebullición, como el pulso se dispara y como vuelve a vibrar algo que llevaba demasiado tiempo tenso en el pecho.
"Dirt" es un disco que han incluido en su nómina los heavys y metaleros, aduciendo lógicamente a sus demoledores riffs y a su poderío sónico de rugiente electricidad.
Posiblemente estos argumentos sean de peso, pero desde luego ello no impide que "Dirt" sea un disco que simboliza el espíritu del grunge tanto como cualquier otro catálogo de la época: por su irremediable componente depresivo, pero también por la profundidad de su fondo (sonico y literario) y por ese desbrozado lirismo que emana.
La vocalidad de Layne Staley, sumido en una espiral de drogas durante el proceso de composición y grabación del disco, es furibunda al tiempo de desangelada, oscura y casi siniestra en determinados momentos. Y desde luego su compañero en tareas compositivas, Jerry Cantrell, secunda la opción sónica iniciada por el primero con sus fangosas guitarras, fogueadas en brumas pantanosas y reminiscencias agoreras y sombrías.
En este caldo de cultivo se van reduciendo los componentes que forman "Dirt", llegando todos ellos a emulsionar un caldo denso y sabroso que es paradigma del sonido lóbrego y opaco que caracteriza al elepé.
No obstante, "Dirt" es un compendio de clásicos, de himnos imperecederos: tan viscerales como cenagosos, tan introvertidos como excitantes, tan inmortales como funestos.
El espíritu de todo el disco se puede concentrar en el críptico tema de apertura: ese inquietante "Them bones" en el que nos anticipan que tras la muerte sólo seremos un montón de huesos.
Aunque éste no es sino el aperitivo de lo que será un depravado festín de hedonismo (la presencia de la heroína se hace notar), depresión, ansia y derrotismo.
La tempestad eléctrica con que empieza la sublime "Dam that river" o esa especie de hemorragia que parece sufrir la guitarra de Cantrell sobre el burbujeante bajo en "Rain when I die" dejan la piel erizada al más avieso escuchante.
"Sickman" y su escalofriante fondo sónico, el recuerdo al padre de Cantrell y su experiencia en Vietnam que parece navegar sobre las acuosas guitarras de "Rooster" o ese himno filosófico sobre la vida de los adictos a las drogas que es "Junkhead" son otros momentos cumbres e irreductibles de "Dirt".
Sigue la alusión a las substancias en "Dirt", la imaginativa labor guitarrera de Cantrell en "God smack" o el resto de un tracklist que no tiene el más mínimo relleno.
"Dirt" es un disco amarrado a su época, a un way of life determinado y a una corriente musical que durante una época pretendía cambiar las conciencias colectivas, y que tal vez durante un breve periodo de tiempo lo consiguió, no hay luces ni aventuras de amor apasionado, ni siquiera salvaje, solo hay actitud kamikaze y depresión, pero hoy compruebo que es un disco arrebatador y sublime, y desde luego uno de mis discos de los noventa.
Uno de los discos definitivos de los 90 sin duda alguna ... Alice in Chains siguen en buena forma aunque seguramente de todo el nihilismo que mencionas no quede demasiado. Saludos,
ResponderEliminarSi, desde luego que es uno de los pilares básicos de la música de aquella época. Todavía están en activo y tengo entendido que en buena forma.
EliminarSaludos.