Con la vista fija en el inconmensurable legado de Big Star...con retozones jugueteos con el folk, la psicodelia e incluso el cabaret... |
Se dice que nunca segundas partes fueron buenas, y debo decir que yo, por regla general, estoy de acuerdo con esta afirmación.
Atribuida al cine y sus famosas (y frecuentemente innecesarias) secuelas, y extendida hacia otros ámbitos de la vida, esta aseveración tiene sus necesarias y pertinentes excepciones.
Creo que el segundo disco del dúo formado por Luther Russell y Jody Stephens, Those Pretty Wrongs, que lleva por título "Zed for zulu", es una de esas excepcioines que confirman la regla.
Me ha sorprendido esta secuela (en todo punto necesaria), pues no pensaba que fuese a tener continuidad este proyecto tras aquél notable debut de título homónimo de hace tres cursos.
Menos predecible resulta este lanzamiento habida cuenta de que uno de los dos protagonistas del grupo, Luther Russell, ha publicado hace pocos meses un estupendo disco del que hablamos aquí en su momento y que no ha dejado de crecer según han ido transcurriendo las semanas.
Pero lo cierto es que en las postrimerías del verano llega este catálogo, que en mi sincera y sorprendida opinión, mejora con cierta claridad el mentado debut.
Con la vista fija en el inconmensurable legado de Big Star, - recordemos que Jody Stephens fue el baterista de la mágica formación astral -, y con retozones jugueteos con el folk, la psicodelia e incluso el cabaret, el dúo despacha una decena de canciones en poco más de media hora que harán las delicias de los amantes de las melodías primorosas y los sonidos cristalinos.
Temas que se defienden por medio de las voces límpidas y los arreglos sencillos, las guitarras frescas y los textos alejados de soflamas solemnes o circunspectas, eligiendo el camino de lo humano y cercano para crear un disco cargado de positividad y luz.
El disco se abre con "Tonight, tonight, tonight", tema de soporte acústico y fluctuación de cuerdas que indica la dirección a seguir.
A partir de ahí todo es sereno, fluido y cuesta abajo, arrebatadas guitarras coreando una bella melodía en la preciosidad "Ain't nobody about me", fluidos espaciales y psicodélicos en "Time to fly", resquicios del folk soleado y armónico en la irresistible y sencilla melodía de "The carousel", etiqueta y solemnidad palaciega en "Hurricane of love", bravura guitarrera y coral en "You and me", serenidad y bellas voces en una copla que recuerda a Simon & Garfunkel titulada "A day in the park" o el tema vodevilesco y de tierna frivolidad cabaretera "Undertow", por mencionar unos cuantos ejemplos de sencillas coplas que hacen grande y algo tan especial del ejercicio de sumergirse en las canciones puras y bienaventuradas y dejarse llevar por el curso de su corriente.
Inesperado y dichoso retorno de los señores Russell y Stephens que seguramente sin pretenderlo, facturan una secuela que, para hacer honor a la coletilla, confirman por medio de una excepción la regla con este bonito "Zed for zulu".
Reseña publicada el pasado 19 de septiembre de 2019 en el Exile SH Magazine.
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