Ocho años de Rock and More...

Un catorce de enero más me siento ante el teclado para escribir unas palabras a propósito del cumpleaños de esta santa casa.

Este 2020 cumplimos ocho años de reseñas, conciertos, paranoias y listas, de libros y de películas; y de esa ilusión por dejar algo de mí en cada texto, que si bien parece menguar, todavía se mantiene lo suficientemente viva como para empujarme a soltar lastre de mi mismo y dejar impronta de mi ser en palabras que a veces olvido, que otras veces lamento haber pronunciado por escrito y que en más de una ocasión, dejo de compartir y comprender, cuando con el paso del tiempo, me aventuro a volver sobre ellas y a mirar mi reflejo vislumbrado en tal o cual texto y descubro que la luz que me iluminó aquél día era oscura, el ánimo traidor y que el latido vital que me impulsaba, tal vez me hizo tropezar.

Reseñas de discos que dejé de escuchar apenas terminé la perorata, libros que no conseguía diseccionar como la enjundia de la historia y el escritor o escritora merecían, paranoias que partiendo de una fantasía, terminaban dejando pinceladas (otras veces brochazos) de realidad en el lienzo, vehículo de historias que la verdad es que nadie lee, aunque sigo escribiéndolas, supongo que para ejecutar algunos espectros del pasado, apaciguar mi conciencia, fingir la salvación de mi espíritu, convencerme de que la ficción supera a la realidad, o sencillamente para terminar claudicando ante lo irrefutable.

De cualquier modo, algo he debido de hacer bien, pues una año más estoy aquí, delante de la pantalla del ordenador, esgrimiendo el abecedario como si de la espada Arondight se tratase, la cual me convierte en el caballero Lancelot, y me permite defenderme de tantos enemigos como el mundo, o yo mismo, pueda crear para obstaculizar mi camino y hacerme buscar en los libros y la música el refugio que me proteja de la tormenta; para una vez amainado el temporal, salir y contároslo con ánimos reforzados y risueña lucidez.

Solo queda, por supuesto, daros las gracias a todos los que pasáis por este buque fantasma, este Demeter que porta fantasías e ilusiones, canciones y poemas y algo que a veces se parece a la alegría, en lugar de Condes malditos descansando en tierra muerta.

Ha sido, y espero que siga siéndolo, un auténtico honor y privilegio compartir con todos vosotros esta singladura.

¡A por el nueve!