No me atrevo a decir que este es el mejor disco de The Smiths, no lo es, pero si yo me tuviese que quedar con uno para el resto de los días, este sería el elegido... |
Si hay una banda adherida a mi fibra emocional, esa es The Smiths, no me preguntéis por qué, no tengo ni puta idea, pero es así. La pasión contenida y dosificada que desde hace tres décadas siento por los de Manchester es irresistible y además abolida con deportividad por quien suscribe.
Recuerdo con 14 años cómo descubrí al grupo, gracias a un amigo de la escuela, era heavy y cuando salíamos de clase subíamos a su casa e invadíamos el cuarto de su hermano mayor, tenía un equipo Philips muy chulo y un buen número de vinilos. Muchos de los grupos que nos encontrábamos en las estanterías no los conocía, recuerdo que allí estaban Genesis, de los que sabía algo por tratarse de la antigua banda de Phil Collins, entonces en la cima de su gloria comercial, Jethro Tull, cuyos discos nunca pinchábamos, cosa que sigo haciendo hoy, no pincharlos digo (con perdón, pero así es), además de un montón de grupos heavys: Scorpions, Iron Maiden, Judas Priest o Black Sabbath...y también un par de vinilos de unos tales The Smiths.
Nunca olvidaré cuando pinchamos "Meat is Murder", mi primer disco de la formación, me encantó el sonido que escupieron aquellos bafles: claro y luminoso, diferente a cualquier otra cosa que yo hubiese escuchado antes, un sonido limpio, casi higiénico, guitarras trituradoras de cerebros, percusión violenta en su edulcorado sonar metálico, y una voz, o una forma de cantar personal, como hablándome a mi en exclusiva, !!un flechazo!!!
Aún hoy sigo percibiendo lo mismo cuando escucho aquél primer tema, obviamente se trataba de "The Headmaster Ritual" con su estribillo cacareado.
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Tras el triunfal "The Queen is Dead" (1986), recuerdo oír en alguna ocasión "Bigmouth Strikes Again" en la radio, estuvieron por aquí en la exitosa gira del 86 y tras un recopilatorio con temas inéditos y caras B de singles que pasó desapercibido por estos lares titulado "The World Wont Listen" apareció el que a la postre sería último disco de estudio del grupo: "Strangeways Here We Come".
Recuerdo llegar a casa con la cassette, (aun la conservo) y pincharlo ansiosamente, el primer tema me sorprendió, no me encontré la sonora y embaucadora guitarra que acostumbraba a abrir sus discos, era un piano el que nos daba la bienvenida, un instrumento que se me antojó extraño e inédito en los chicos de Johnny Marr y Paul Morrisey, la vocalidad tampoco me era del todo familiar, era Morrisey, pero cantaba menos histérico y mas arenoso, era extraño, pero melódicamente el tema funcionaba como un tiro, daba un paso al frente en las cualidades sónicas de la banda, me sorprendió pero también me convenció, ambos sentimientos llegaron casi de forma simultanea, estoy hablando de la sublime "A Rush & A Push and The Land Is Ours".
A partir de ahí todo fue rodado: las distorsiones primero y los nervios a flor de piel de las guitarras chillonas y líricas de Marr, la energía en la base rítmica de Rourke y Joyce y un estribillo fluido, dúctil y devastador ponía a servidor en su sitio, era el magnifico "I Started Something I Couldn't Finish".
"Dead of The Disco Dancer", es un clásico del grupo, pop con sonoridades de fondo que de repente se mezclan con una guitarra que entona un arpegio dulce y la melodía llora, Morrisey conduce la arrasada letra con voz meliflua y ágil, otro temazo a la saca.
Y otro mas en la temblorosa "Girlfrien in a Coma", toda ella un triste estribillo de pegajosa melodía que se adhiere al cerebro y no lo puedes sacar. Igual que "Stop Me If You Think You've This One Before", activa y escurridiza, rítmica y elegante, se arrastra como un reptil y brilla como una estrella, un tema ambiguo y perfecto.
La segunda cara se abre como la primera, con teclas, una balada no del todo Smith, una introducción de piano un tanto extraña con ruido de muchedumbre de fondo y un golpe sonoro, ritmo, bajo haciendo temblar la piel del altavoz, batería haciendo subir y bajar las luces del ecualizador, denso muro de sonido y melodía de embelesada línea cubierta por la voz sin igual de Morrisey, un tema de auténtico perdón: "Last Night I Dreamt That Somebody Loves Me", extraño y onírico.
Más clasicismo marca de la casa con la saltarina "Unhappy Birthday", corre por tu aparato nervioso, veloz como un coche robado, y no me preguntéis que me pasa con "Paint A Vulgar Picture", semidesconocido corte para la mayoría, parece que solo yo he reparado en ella, pero es uno de mis temas favoritos de la banda de toda su discografía, desde esa guitarra inicial básica, casi infantil, golosa, y la melodía como esparciéndose, como un globo que se eleva hacia el cielo con el cordel que lo ata a tierra a punto de romperse y la fragilidad de la voz de Morrisey en unos agudos desafiantes en el estribillo, un tema que me gano en el segundo uno.
La breve y supersónica "Death At One's Elbow" de estridente melodía y febril ritmo atropellado en base y guitarras de cítrico regusto da paso a la bella balada de tendencia acústica "I Want Share You" que da por finalizado el disco y la trayectoria discográfica oficial de tan tremendo grupazo, final con una triste melodía que parece despedirse con lágrimas en las corcheas, bella y altiva canción.
No me atrevo a decir que este es el mejor disco de The Smiths, no lo es, pero si yo me tuviese que quedar con uno para el resto de los días, este sería el elegido. Porque a veces el disfrute de la música va mas allá de los oídos, eriza algo mas importante que la piel, tiene mas que ver con el corazón, con los sueños de adolescencia que vuelven a atacar en la madurez, cuando de la escucha de un disco o la lectura de un poema se trata. eso me ocurre a mi con este "Strangeways Here We Come", me transporta a otros días, no sé si mejores.
Por todo lo dicho sostengo que este es uno de mis discos de los ochenta.
Vaya recuerdos que me trae este disco. Recuerdo que el dia que me lo compre entre en un pub cerca de Opera y que gracias a mi insolente insistencia hice que el dueño me lo pusiera (sonó entero). Es el disco de The Smiths que más me gusta. Quizás porque lo identifico con una época de mi vida, donde era necesarios aportes vitamínicos para el espíritu como la presencia de Morrisey y sus chicos. Saludos!!!!!
ResponderEliminarDesde luego es el único disco de su discografía que cualquiera no situaría en los 80; o en lo que en teoría se entiende por el sonido ochentero. Podría ser de los 90, del cambio de milenio e incluso de ahora mismo.
ResponderEliminarYo no sabría por cual de sus discos decantarme; cada uno me gusta por algo. A este estuve muy enganchado por sus riffs directos y atemporales. Pero con los años, diría que mi preferido es el Hatful of Hollow: Me encanta el sonido que le imprimió Johnn Peel.