'Juan' - Las paranoias de Addi


Juan apaga el despertador de un manotazo, tiene la boca seca y el estómago revuelto. Enciende la luz de la lámpara de la mesilla, que se estrella contra un trapo rojo que hace de sombrero de la tulipa para evitar que la deflagración de luz despierte a María, su esposa, que duerme junto a él a más de mil kilómetros de distancia.

La observa durante unos segundos, ronca de forma delicada y suave, envuelta en la penumbra rojiza que tiñe la habitación. Podría darle un beso, le gustaría tanto desearlo, sería tan reconfortante sentir que la mañana es hermosa por el sencillo hecho de besar a la mujer con la que se comparte su vida y que ese acto fuese algo tierno y motivador, un premio diario antes de empezar la jornada. Finalmente, como cada mañana, se vuelve, mete los pies en las pantuflas y se levanta en dirección a la ducha sin haber besado a María.

En la oficina el tiempo pasa denso y blando, se siente como un Robinson buscando la orilla en un mar de mermelada, como un fugitivo que en su huida cae en arenas movedizas, como un ladrón de coches que llora mientras vuela hacia el acantilado.

A las once llama María, las mismas frases y preguntas de cada mañana: ¿vas a venir a comer?, ¿quieres algo especial para cenar?, ten cuidado con el coche, ¿me quieres?... eso es lo peor de todo, María quiere a Juan, siempre le ha querido, desde la primera noche, desde el primer beso con sabor a cubalibre de 43, desde el primer estremecimiento... además es tan guapa, tan dulce, tan buena... tan asquerosamente perfecta.

Por supuesto no va a casa a comer, como cada día se queda en la oficina con un sándwich y un café. Toma sus notas y sigue intentando escribir su novela. Ésta supone el motivo único por el que sigue aferrado a la vida. En la novela arroja sus recuerdos, los reales y los inventados, los deseos que no se cumplieron, los que aún piensa que pueden hacerse realidad, o por lo menos los que puede sentir como ciertos vomitando las palabras sanguinolentas que le trituran las entrañas, las palabras que no supo, o mejor dicho, no osó decir a Begoña. 

Begoña, la mujer a la que nunca olvidó, a la que no la quiere olvidar, la que ocupa su mente cuando hace el amor con María. La culpable perfecta: culpable de que odie a su esposa, de que no sea felíz, de que viva al ralentí, como un coche con el alma oxidada, de que esté escribiendo una novela para seguir vivo, una novela que sabe que jamás terminará, una novela que le escupe a la cara su infinita mediocridad, el fracaso de una vida dañina y sobrante, que él siente como trémula e innecesaria, malgastada y pueril.

Antes de volver con María, Juan para en el bar de siempre. Cada día se jura a sí mismo que no volverá, que los cubalibres de 43 no van a remediar el pasado, tampoco van a arreglar el presente y mucho menos aún le conducirán a un futuro esperanzador, pero cada tarde vuelve, se emborracha y recuerda a Begoña, escribe notas en servilletas de papel para el libro, siente rabia al ver que está encerrado en un círculo vicioso en el que lo menos importante es él, llora y se arrepiente.

De vuelta a casa María le abraza y le mete en la cama, le habla con infinita dulzura, con primorosa paciencia y doloroso amor. Se queda hasta tarde escuchando sus delirios y sus penas, sus disculpas y su arrepentimiento, hasta que agotado, se queda dormido ante sus ojos llorosos. Entonces él empieza a soñar con Begoña, por fín es feliz y no siente que la vida es un tizón ardiendo en la chimenea del infierno; y María, le mira tristemente y le echa de menos más que nunca.

* Este relato es una visión libre y personal del texto de la canción del grupo Solera, "Juan", publicada en 1973.


Comentarios

  1. Jorge, me parece preciosa tu visión de la canción. Salud.

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    1. Pues muchas gracias, me alegro mucho de que te guste.
      Salud!

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  2. Muy bueno, Jorge, en especial por esta frase: "(…) María, su esposa, que duerme junto a él a más de mil kilómetros de distancia".

    Un abrazo.

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    1. Siempre me ha encantado esta canción, bueno todo el disco, a pesar de los excesos en la producción de Trabucchelli, pero es que a este "Juan" siempre le he visto algo más detrás de esa letra, una historia. Y me he quitado el capricho.
      Abrazos.

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