...Serrat publica su disco más político, más cargado de crítica social y en el que expone su punto de vista sobre el entorno...
Por Jorge García.
Joan Manuel Serrat inicia los ochenta con un disco titulado "En Tránsito". Título más que apropiado, pues el barcelonés inicia un viaje (en la portada aparece en un aeropuerto) hacia otros territorios musicales, sobre todo en aquello referente a los textos.
Durante los años setenta, numerosos cantautores dedicaron su retórica dentro de la música a la protesta y la lucha durante los últimos coletazos del franquismo y los inicios de esa tan desconocida en este país y mal llamada transición, Serrat en cambio se dedicó a cantar a lo cotidiano, al amor, al mediterráneo, a las costumbres provincianas o a dar voz musical a los grandes poetas del pasado.
Precisamente cuando la situación política parece (solo parece) que se va templando, y otros inician un giro hacia una canción más popular, lejos de las barricadas; Serrat publica su disco más político, más cargado de crítica social y en el que expone su punto de vista sobre el entorno, quedando claro que no le resulta del todo satisfactorio.
Así lo pone de manifiesto en "A quién corresponda", una exposición crítica y ácida sobre la sociedad y autoridad civil de la época; en la inquieta "A usted" señala a los pioneros de la clase político/empresarial conservadora y corrupta que tantas puñaladas sangrientas ha asestado (y sigue asestando) a España y en "Las malas compañías" vuelve a reflexionar sobre una sociedad burguesa y provinciana en un tono presuntamente burlón.
"Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz" es una canción que yo percibo pesimista, aunque tal vez Serrat quiere dejar una luz al fondo encendida.
Pero no todo es realidad, ni verismo, ni crítica, ni narración de una vida decepcionante, también hay amor en "No hago otra cosa que pensar en ti", aunque el tono es más otoñal e insinúa que la primavera de otras ocasiones parece haber quedado en el olvido. Tono ocre y broncíneo que también se aprecia en "Porque la quería", tal vez mi tema favorito del lote gracias en parte a un trabajo de cuerdas y piano ciertamente evocador y cargado de nostalgia.
Baja el tono áspero y gris en la visión lírica y bondadosa sobre los bucaneros de las películas de los cincuenta en "Una de piratas"; e incluso se deja arrastrar al optimismo en la célebre "Hoy puede ser un gran día".
Y qué vamos a decir de "Esos locos bajitos", ¿quién no ha cantado más de una vez el episodio del niño y la pelota?, aunque el texto va más allá de lo que se ve a primera vista, famosa canción que dedicó al gran Miguel Gila.
Para todo ello le ayuda una vez más Ricard Miralles, que vuelve a estar al cargo de los controles tras el cristal de los estudios Eurosonic, tramitando un sonido más escueto y sintético, más directo y despojado de lirismo y de ternura.
Los ochenta traen a un Serrat más carnal y menos poeta; más maduro y menos Peter Pan; más civil y menos ensoñador; pero igual de inspirado y determinante, un Serrat en pleno tránsito a los nuevos tiempos y edades.
Siempre odié la leche templada. Yo la prefería fría, de la nevera. Por eso cuando le oí a Serrat aquello de «les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada …» sentí que él sí me entendía. Aunque para entonces, ya entrada en la veintena, tomaba la leche como me apetecía.
ResponderEliminarUn gran disco con un puñado de canciones inolvidable. Esos piratas que « para hincarles de rodillas hay que cortarles las piernas» son inolvidables.
Un disco que no está en mi recuerdo porque lo oigo muy a menudo.
Un beso.
Yo también la prefiero fría. Un disco que fue número uno en ventas, cosa que tiene mérito en plena eclosión de la movida. Musicalmente, es decir, en cuanto a sonido y producción sigue siendo de los que más me gustan, otro gran disco con un Serrat superando la barrera de los ochenta.
EliminarUn beso y gracias.