Cada copla es vestida con guitarras eléctricas que marcan pauta y ambiente, una refinada estructura sonora a base del uso de las cuerdas, y el empleo mesurado de teclas o steels guitars...
Practican un folk y folk rock alternativo que en principio no va mucho con mis gustos de los últimos años, pero que en el presente caso consigue que empatice con él gracias a una cierta distancia que mantiene con el folk americano más al uso, aquí no se vislumbran excesos en cuanto a ecos americana, countries o fronterizos, aunque haberlos haylos.
El tratamiento de las melodías – ciertamente deslumbrantes a lo largo y ancho de todo este álbum – bordea sin zambullirse los arquetipos referidos, para apostar por un sonido atmosférico y cautivador basado en el uso de acústicas, que si bien es cierto que son las vertebradoras del sonido, no ocupan el papel protagónico.
Cada una de las coplas es vestida con guitarras eléctricas que marcan pauta y ambiente, una refinada estructura sonora a base del uso de las cuerdas, y el empleo mesurado de teclas o steels guitars. Además de la sugestiva y broncínea voz de Ben Schneider que también se deja acompañar de bucólicos coros.
Además del folk, se aprecia en el espíritu de muchos temas una esencia que recuerda a un rock vetusto y no demasiado rebelde, como el practicado por Roy Orbison o los Everly Brothers, también se disfruta de momentos más enraizados en los que es difícil no evocar al mejor Gene Clark, como ocurre en dos piezas imprescindibles como "Love me like you used to" o "Drops in the lake".
No voy a dar demasiada importancia a la presencia de cortes o añadidos que se intercalan entre ciertas canciones y que consisten en breves instantes instrumentales o palabras sueltas que entiendo que existen con la única función de dar al disco una especie de solución de continuidad, evitando espacios ocupados por silencios; ciertamente no estoy seguro de que consigan su cometido.
Pero volviendo al cancionero de este bello trabajo, decíamos que momentos western (más que country) también los hay, y debo decir que tanto "Mine forever", "Meet me in the city" (que podría musicar cualquier escena de un spaghetti western) o "Long Lost" son buena y satisfactoria prueba de ello.
También el dueto – una de las cimas del álbum – con Allison Ponthier titulado "I lied" es un momento especialmente emocionante, un tema de profunda nostalgia y sobrecogedora lírica.
No hacen que el nivel baje, ni la más ortodoxa "Twenty long years" ni mucho menos "Not dead yet" en la que es comprensible que se nos venga a la cabeza el mejor M. Ward. Mientras que el gran Orbison, y el néctar propio de su sonido, llegan al final del trabajo con "What do I mean".
Cierra el disco un extenso corte instrumental de más de 14 minutos, "Time’s blur", que a un servidor no le parece lo más reseñable, pero que no empaña la excelencia, que es la tónica general de "Long Lost".
Bello, sosegado, lenitivo o emocionante son algunos adjetivos que se pueden utilizar para describir este disco, lo mejor, como siempre ocurre con las obras importantes, es escucharlo y dejar que actúe sin tratar de destripar su morfología, creo que así podrá conquistar corazones a los que, incluso como yo, no son fáciles de convencer con según que géneros.
Reseña publicada el pasado 12 de junio de 2021 en el Exile SH Magazine
Comentarios
Publicar un comentario