Sigo removiendo viejos discos en casa, seguramente porque lo que me ofrece este 2022 sigue pareciéndome, en su gran mayoría, más que aburrido, soporífero.
Y estos días me he detenido en un grupo al que sinceramente pienso que cierta prensa musical especializada, y en ocasiones más papista que el papa, siempre ha despojado del respeto que una trayectoria como la suya merece.
Me refiero a los británicos Iron Maiden. Casi más icónicos por la peculiaridad de sus portadas y por la fama de su mascota Eddie, a veces me da la sensación de que venden más camisetas que discos.
Y eso que son responsables de un nutrido ramillete de discos impolutos y ciertamente excelentes, a los que por regla general se ignora en los artículos, listas y reseñas de fabrican y confeccionan ciertos medios musicales profesionales y aficionados, demasiado estirados y eruditos, siempre ceñidos a los nombres sagrados del rock.
Pero pocas bandas son, en mi opinión por supuesto, capaces de presentar unas credenciales discográficas en la década de los ochenta como las que luce Iron Maiden, con una secuencia de discos extraordinaria, desde el debut de título homónimo en 1980, hasta 1988 y el excelente "Seventh son of a seventh son". Un total de siete discos en ocho años, más un explosivo doble en directo.
Es su década, dominan el rock duro con autoridad y consiguen sonar a ellos mismos, desde el primer rasgado a las guitarras de Murray y Smith sabes que está sonando la doncella de hierro, y eso es algo que no todas las bandas pueden decir.
En 1984 publican el disco que a mi personalmente más me gusta, "Powerslave". Tal vez no sea el más popular o exitoso (aunque no le fue nada mal), una especie de verso libre en las aportaciones del grupo a la década. Pero en aquel año se encontraban en la plenitud de sus facultades: Dickinson tiene la voz más fresca y poderosa que nunca y las composiciones de Harris brillan con una luz especial.
Para hacer sonar en esta mañana de domingo me he decantado por el temazo que abre el disco y que fue el tema de presentación del disco, la descomunal "Aces high" que cuando un servidor era adolescente no se cansaba de escuchar una vez tras otra.
Encendemos la mecha del domingo con los míticos Iron Maiden.
¡Feliz domingo!
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