…el sonido se atenúa y pierde kilovatios pero gana en folk y en frontera, en placidez y dulzura, en luz y en aire libre.
Por Jorge García.
Es posible que de cara a una audiencia más numerosa y apegada al viejo rock and roll, el valenciano Raúl Tamarit sea más conocido y se le relacione de manera más directa con el grupo que capitanea desde hace una década: Los Radiadores.
Hoy vamos a referirnos a él hablando de su otro y no menos interesante proyecto: Galavera. Con "El Viento", que es su última intentona discográfica en formato EP de cinco canciones, son ya tres los lanzamientos que van añadiendo a un histórico musical en lento pero seguro y gratificante crecimiento desde el debut de 2014 con "Dos y Dos".
Raúl y su pareja Vanessa Juan son los responsables de esta nomenclatura, basada en el nombre de las hijas que ambos comparten: Gala y Vera. Para la grabación de este EP cuentan con la producción, arreglos y mezcla de David Garzinsky quien ha realizado de forma brillante su cometido en Bahamas Estudio y bajo el auspicio, como siempre, de Bonavena Música. Por otra parte, Galavera distribuye el trabajo en base a la voz y guitarra acústica de Raúl Tamarit y el piano, violonchelo y coros de Vanessa Juan.
Al dúo protagonista acompaña en esta ocasión el propio David Garzinsky con las guitarras eléctricas y otros ilustres de la escena valenciana como Asensio Ros ‘Wally’ (Doctor Divago) a las baterías; Adri Castellanos al bajo y contrabajo y los también miembros del line-up de Doctor Divago: Manolo Bertrán, Edu Cerdá y Antonio ‘Chumi’ Chumillas poniendo voces aquí y acullá.
Los que conozcan el rock clásico pero personal, con connotaciones ochenteras y oscuras sónicamente que practican Los Radiadores, reconocerán la lírica melódica propia de Tamarit, pero también advertirán un evidente giro en cuanto a sonido y estilo con respecto a éstos en su proyecto con Vanessa Juan.
Aquí el sonido se atenúa y pierde kilovatios pero gana en folk y en frontera, en placidez y dulzura, en luz y en aire libre. También encontrarán matices que crean una atmósfera tenue y llena de lirismo gracias a la incorporación de las teclas del piano y las cuerdas y el arco del cello. En resumen: un proyecto más amable desde el punto de vista sónico y también textual, un trago de agua fresca en el camino más adusto y peleón que caracteriza a Los Radiadores.
En cuanto a las coplas que deberían completar esta reseña les diré que lo mejor es que las descubran por ustedes mismos, les aseguro que conseguirán que se sientan a gusto con el entorno, que les harán respirar hondo y sin atropellos en el pecho y que incluso balancearán un pie o la cadera al ritmo de cualquiera de ellas, inspiradas melódicamente y felizmente producidas, un respiro de paz y un soplo de airecillo en esta atosigada vida que llevamos casi todos.
Por poner un pero al disco, les diré lo que sinceramente pienso: Sabe a poco, se acaba muy pronto, uno querría otras cinco. Pero amigos: es lo que hay, ¡aprovéchenlo!
Reseña publicada el pasado día 3 de abril en el Exile SH Magazine.
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