Se mantienen ciertos efluvios del post-punk que practicaron en su etapa seminal, no se apartan del rock de carácter y pelea y mantienen la rotunda base rítmica...
Por Jorge García.
Por extraños e inescrutables caminos, el productor norteamericano Rick Rubin - auténtico mesías del Hip-Hop en aquél lejano 1987 - llegó hasta la mesa de producción de los estudios neoyorquinos Electric Lady Land para dar forma a "Electric", tercer larga duración de la banda británica The Cult, lo cual suponía un considerable marrón habida cuenta de que tocaba volver a acertar en la diana tras el éxito del precedente "Love" publicado un par de años antes.
The Cult estaban adaptándose a su nuevo status de estrellas y las dudas se multiplicaban durante los días previos a la grabación de "Electric". Es posible que los propios Ian Astbury y Billy Duffy, voz y guitarra respectivamente y responsables tanto de letras como de músicas, no fueran del todo conscientes de lo buenas que eran las canciones que tenían preparadas y de que en realidad, solo necesitaban una ecuación sónica que hiciera que todo ensamblase a la perfección para que el éxito se repitiese, tanto en lo musical, como en lo comercial.
Ignoro si fue Rubin el que dio con la dichosa combinación, pero el caso es que "Electric" resultó, si no el mejor disco de la banda, si uno de los mejores. La mezcolanza de riffs fibrosos y musculados, con melodías redondas y fluidas, más la enérgica y robusta voz de Astbury, dio como resultado un ramillete de canciones que desde el primer latido entran a saco por los oídos y por la piel quedándose ancladas - como si de invitados gorrones se tratase - en las terminaciones nerviosas, provocando apetencia de repetir su escucha y delirio una y otra vez.
Se mantienen ciertos efluvios del post-punk que practicaron en su etapa seminal, no se apartan del rock de carácter y pelea y mantienen la rotunda base rítmica que cualquier banda poderosa necesita para hacerse notar y marcar territorio. No cabe duda de que "Electric" es un auténtico deleite para oídos hambrientos de rock and roll distorsionado, hercúleo y vigoroso.
Decía antes que el éxito acompañó al elepé y esto se demuestra recordando temas tan celebrados ayer y hoy como la socarrona "Wild Flower"; el himno de bar de carretera "Lil'l Devil" o la Stoniana/Zeppeliniana "Love removal machine". Con temas así, en otros tiempos (hoy lo dudo), el éxito era coser y cantar.
Pero evidentemente, un álbum como "Electric" no es lo que es únicamente por los hits ni por las emisiones de la MTV. En los discos como éste la variedad debe ser ilustrativa de un crisol amplio de efectos sonoros, estilos e influencias. El hard-rock, el glam o el heavy metal están presente en canciones tan poderosas como "Bad Fun" con influencia AC/DC, "King contrary man" y su radioactivo solo de guitarra o la personal y encendida versión del clásico de Steppenwolf "Born to be wild".
El tercer elepé de The Cult ha superado los treinta y cinco años y volver a escucharlo hoy provoca lo mismo que entonces en las meninges de aquellos a los que el rock, la electricidad y la bronca nos pone cachondos. Disfrutémoslo mientras podamos (que podemos) y que la actualidad se quede muda ante el ruido de las guitarras.
Me le he puesto (por enésima vez) tras leerte y tienes toda la razón, Jorge. Me ha llamado especialmente la atención "Aphrodisiac Jacket", no sé por qué nombramos menos esta canción, que es como la más diferente, ¿no? Otra cosa que me gusta mucho del disco, aparte de todo lo que dices, es la percusión de Les Warner, una pena que no siguiera en el grupo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un disco buenísimo, todas las canciones me parecen muy potentes y es verdad que no ha sido "Aphrodisiac Jacket" la más nombrada aunque tiene un toque especial y diferente. Está claro que el grupo estaba atravesando su época de mayor creatividad.
EliminarUn abrazo.