...un excelente, personal y ecléctico álbum que tiene en la total equidistancia con respecto a cualquier palo musical anterior, su principal característica y virtud.
Por Jorge García.
Si me viese en la absurda disyuntiva de elegir un sonido determinado para poner musical leitmotive a mi adolescencia en aquellos estrambóticos años ochenta, creo que las retorcidas y enervantes guitarras de Johnny Marr del comienzo y los agónicos hipidos de Morrisey en el estribillo de "The Headmaster Ritual" serían bastante definitorios de lo que musicalmente ha hecho poso en mi memoria, por supuesto refiriéndome a aquella denostada década.
Siempre ha sido una auténtica debilidad aquel primer tema del segundo disco de The Smiths publicado en 1985, que fue con el que un servidor les conoció y que lleva por título "Meat is Murder".
Ya nunca pude deshacerme de la magia de la mítica banda de Manchester, asociados a mis catorce años, han resistido sobradamente a la hecatombe que otros han sufrido en mi orden de preferencias según avanzaban los años. The Smiths en cambio siguen siendo hoy, en plena década de los veinte del nuevo milenio, uno de mis referentes musicales más sagrados.
Según parece, el grupo no quedó demasiado satisfecho con la producción de John Porter para su álbum homónimo de un año atrás, así que para esta segunda intentona optaron por producir ellos mismos las canciones con la única colaboración del ingeniero Stephen Street. El resultado fue un excelente, personal y ecléctico álbum que tiene en la total equidistancia con respecto a cualquier palo musical anterior, su principal característica y virtud.
Bien podríamos citar géneros musicales que anidan en el génesis del sonido de The Smiths, pero estos son tratados con tal futilidad que no estoy seguro de que resulte demasiado explicativo de lo que significa y pretende comunicar la música de esta singular formación.
Adheridos a una época determinada, juegan con elementos de la misma sin obviar evidentemente su ubicación geográfica en Manchester, pero The Smiths nunca pareció encontrar demasiado aliciente en los sonidos oscuros, en ese agónico refugio aislante de cualquier sensación de esperanza que inspiró a otras formaciones de aquellos años, y su sonido refulge con una mayor luminosidad y efervescencia.
Los textos cáusticos y muchas veces agoreros propios de la banda, aferrados al romanticismo británico del XIX, incluso a la época victoriana o a los gaseosos escritos de Boris Vian, se vuelven en esta ocasión más políticos e ideológicos, con ataques a la Corona Británica o a Margaret Thatcher. Así mismo, el tema de título homónimo es un alegato a favor del vegetarianismo.
Inciden en el eclecticismo de "Meat is Murder" algunos guiños al Rockabilly en "Rusholme Ruffians", al High Energy Rock en la intrépida y delirante "What she said", al New Wave en la siempre hermosa "That Joke isn't funny anymore" o al funk en "Barbarism begins at home".
Siempre cociendo estas influencias en su caldero mágico, con la poción de invención propia que, como la fórmula de la Coca-Cola, parece que sigue siendo un secreto que nadie consigue desentrañar y mostrando su férrea personalidad en cada corte.
Distantes, altivos, divinos, pedantes, fugaces, desapegados a su tiempo y a su espacio... En resumen: Determinantes como pocos. Imposibles de calcar o emular, The Smiths protagonizan por sí mismos un capítulo en la historia de la música, hoy se muestran ajenos a su propio legado y sin mostrar el más mínimo síntoma de nostalgia. Sus discos mantienen en cambio el terso tacto con que fueron concebidos, sintéticos y orgánicos al tiempo, indefinibles por definición. En este sentido, su segundo álbum, que hoy viene a Rock and More, es una muy buena prueba de ello.
Adoro este disco, igual que adoro todo el material anterior. Creo que "Meat is Murder" fue la última gran obra maestra. Como bien dices grandes protagonistas de un capítulo importante de la historia de la música de calidad. Abrazo, mysuperfriend.
ResponderEliminarYo siento tal debilidad por The Smiths que la verdad es que todo su material me parece grandioso. Siguen siendo un verso libre y nadie les ha emulado de manera eficaz o eficiente.
EliminarAbrazos
Este "Meat Is Murder" fue mi primera adquisición de los de Manchester y, según dicen, esas primeras introducciones en las obras de una banda son, a golpe de muchísimas escuchas, las que más profunda influencia ejercen en la mente del oyente. Por eso le tengo un especial cariño a este disco.
ResponderEliminarRecuerdo un concierto suyo al que asistí y me marché a los pocos minutos de haber comenzado 8algo que también me pasó con Nacha Pop). A los organizadores se les "ocurrió" montarlo en la única explanada pavimentada que existe en el Parque del Oeste de Madrid. Había tal cantidad de gente que teuve que encaramarme a una farola (!!!) para ver a lo lejos el escenario. Mis pobres piernas aguantaron lo que pudieron y, al final, opté por pasar la noche en algún otro lugar más confortable.
Abrazos,
Me contaste la experiencia de la farola y el concierto de San Isidro en cierta ocasión, la verdad es que había gente a cascoporro, según lo que se ve en el vídeo de la retransmisión. En cualquier modo este fue el primer disco que escuché del grupo pero el primero que compré fue "The queen is dead" ya que "Meat is murder" lo descubrí cuando ya había sido publicado "The queen is dead" en 1986.
EliminarUn abrazo.