...conglomerado de sonidos que, confluyendo en una idea general concordante, muestran una pluralidad y heterogeneidad sónica y estilística...
Por Jorge García.
No entraré en pesadas diatribas biográficas sobre la figura de Johnny Casino, creo que es suficiente con recordar su paso por los magníficos Asteroid B-612 y añadir que a lo largo de los años se ha ido consolidando como un clásico y necesario bastión de la música australiana.
Sí situaremos en cambio los primeros renglones de esta reseña dentro de una coordenada espacio temporal muy concreta para fijar los primeros síntomas que anunciaban la receta musical que ha terminado siendo "High Stone".
Esta coordenada es la resultante del encuentro del eje temporal comprendido entre los años 1997 y 2001 que el australiano vivió en la ciudad de Philadelphia, y con este dato ya tenemos el otro eje, el espacial.
En aquellos tiempos, decía, se empezó a cocinar el disco que en este año del señor de 2024, varios lustros después de sus primeros latidos, ha presentado en sociedad Johnny Casino bajo el título, insisto, de "High Stone".
Extraordinario conglomerado de sonidos que, confluyendo en una idea general concordante, muestran una pluralidad y heterogeneidad sónica y estilística que ciñendo sus iniciáticas marcas inspiracionales en nombres de sobra conocidos, consiguen que sea el ejercicio musical de Casino el que prevalece y oficia de aceite sobre agua.
La ciudad de Philadelphia es el hilo conductor por el que se articulan las nueve partes que conforman ese todo que es "High Stone", un todo logrado gracias a The Apostles - cuyo guitarrista Jamie Mahon produce el álbum - banda de la ciudad que asume el protagonismo central del elepé y sin la cual el resultado, tal vez, no hubiese sido el que ahora estamos disfrutando.
En el camino escuchamos guitarras rugiendo con enfático sonido Rock Aussie (hasta que el órgano quiebra la lógica elemental comentada, de manera excelsa), como ocurre en el corte que abre hostilidades titulado "Twenty Twenty"; acentos que evocan al iniciático Paisley Underground como en mi preferida "If We Sow (Love Will Grow)"; una climática arenga de viscoso poso melódico y ruda electricidad, que a un servidor recuerda a Patti Smith, como "Mr. Fastgun"; la introvertida y suculenta "Ashtor" o la extensa versión de más de nueve minutos del célebre Hit de The Byrds "Eight Miles High".
Hay más, y tan exquisitamente biológico como lo comentado, enciendan la válvula de la pasión y afilen el gusto, y estoy seguro de que este puede ser uno de los discos que más les marquen y emocionen de la presente añada, un disco con un dónde, un cuándo y un quién (y seguramente un por qué). No se lo pierdan.
Se recomienda visitar la reseña que sobre este mismo trabajo publicó Juanjo Mestre en Exile SH Magazine.
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